miércoles, 5 de mayo de 2010

Acerca de mi libertad creativa para hacer las cosas mal

Parece que cada vez que escribo inauguro una nueva sección. En esta ocasión, se trata de tiras (no-cómicas) sobre gusanos antropomorfos - o más bien hombres con forma de gusanos - que discuten sobre la realidad de forma bastante sosa. Procuraré que todas las tiras tengan un mínimo transfondo filosófico o traten un tema social (lo cual apenas reduce las posibilidades). Sin más, aquí va Estudio sobre el cinismo en anélidos.














































Respecto al velo. Reitero algo que creo que está claro: lo ideal sería que cada cual se creara a lo largo de sus vivencias su propia personalidad y creencias sin verse obligado a seguir una cultura, que al fin y al cabo es algo externo y colectivo. Creo que es bastante absurdo que estas construcciones arbitrarias vayan por encima de la libre elección del individuo a ser como quiera.

También sería ideal que no le dieramos tanta importancia a lo que hacen los otros si no afecta negativamente a nadie. Y el velo, no afecta negativamente a nadie: es un simple pañuelo al que, en general, se le tiene fobia por las connotaciones culturales a las que se asocia. Cabría preguntarse: el que una mujer lleve o deje de llevar velo ¿me daña en algún sentido?

El argumento de que se muestra una religión y puede ofender a los que no comulguen con ella es bastante rebuscado. En algunos casos, esas religiones son adoptadas como parte de la personalidad de alguien, lo mismo que sucede con cualquier otra forma de pensar. ¿Qué derecho tenemos nosotros para inmiscuirnos en eso? Bueno, lamentablemente el derecho lo proporciona el poder, así que reformulo la pregunta: ¿qué sentido tiene? ¿dónde estaría el límite? Hay que tener en cuenta que estamos desprendiendo todo el rato "muestras" de nuestra personalidad, ya sea de forma emotiva o por nuestro aspecto. Puestos a prohibir el velo que prohiban también manifestar cualquier otra opinión.

Otras críticas hablan del supuesto adoctrinamiento y manipulación que sufren las mujeres. Yo no soy tan tajante, sino más relativista: ¿es mejor ponerse implantes de silicona que un pañuelo? ¿por qué son los equivocados ellos y no nosotros? Y no únicamente en ese tema, sino en cualquier otro. Nos guste o no, somos productos de nuestro entorno y siempre tendremos problemas a la hora de empatizar con personas que han crecido en circunstancias muy diferentes.

Se habla de obligatoriedad por la presión social, pero aquí aún hay monjas de clausura y gente que no copula por una idea abstracta y nadie duda de que es por libre albeldrío (siempre entrecomillado porque todos estamos influenciados por pensamientos ya existentes, sea para aceptarlos o para rechazarlos). Además, en Occidente no podemos jactarnos de libertad de elección, pues sigue habiendo muchísimos aspectos de nuestras vidas controlados por otros. Tenemos el mismo problema, pero el nuestro es mucho más sutil; al fin y al cabo, los aspectos de nuestras vidas en los que el aparato económico, legislativo, político y judicial tiene mayor indulgencia (orientación sexual, ocio, aspecto...) son los que no atentan contra la estabilidad del Sistema.

En cualquier caso, si consideramos que una acción está perjudicando a la persona que la lleva a cabo, podemos intentar hacérselo ver (pensamiento, forma de vida, opiniones...) - siempre que realmente vayamos a ayudar a la persona y no a convertirla en un medio para nuestros intereses particulares - pero nunca obligarle a abandonarla (a no ser que se esté dañando a terceros). Todo este razonamiento se basa en la humildad y en el dejar espacio para la duda, puesto que probablemente los equivocados seamos nosotros y estemos tratando de imponer nuestro error (o ambos posturas sean válidas).


Como conclusiones:

a) La libertad del individuo debería ir por encima de convencionalismos.

b) El velo es eso: un pañuelo. Se pueden considerar o no intrínsecas sus connotaciones culturales y religiosas, pero no discriminarlo de modo arbitrario.

c) Es hipócrita hablar de obligatoriedad cuando hoy en día se legisla hasta cómo debemos ir al baño (aspectos que no perjudican a nadie).

d) Se puede intentar hacer consciente a alguien de su opresión, pero el abandonarla o no tendría que ser decisión del afectado.


Respecto a la tauromaquia. Es un tema que ya he tratado bastante, englobado dentro del especismo. Es increíble que aún sigamos discriminando por el nivel intelectual, por la especie o por el alma (concepto totalmente metafísico que, por ello, es aún más rechazable si intenta imponerse y condicionar la existencia de cualquier individuo).

La primera discriminación (intelectual) justificaría la cosificación de aquellas personas menos dotadas en ese sentido. La segunda (especie/dotación genética) permitirá que, cuando se imponga el transhumanismo, los mediocres (no modificados) seamos considerados y tratados como posesiones. De todas formas, cualquier cosa que yo diga se quedará corta en comparación con la Charla sobre la discriminación especista y sus implicaciones en la práctica que tendrá lugar a las 19:00 del sábado en el MIM.

Nota: Esta entrada tuvo que ser reescrita entera. Antes de publicar, asegúrense de tenerla copiada en otro lugar.

miércoles, 21 de abril de 2010

Problemas, negación y proyección

¿Vacío existencial? Una actitud egoísta, habiendo tanto que cambiar.

Acerca la óptica y masca realidad fuera de la pequeña pantalla. Degeneramos y somos cada vez más útiles, como un cuchillo es útil a la hora de atravesar la piel, de cortar materia orgánica que hace algunos días formaba parte de una conciencia. Nuestra naturaleza humana se revela como algo determinante, puesto que ya no podemos elegir. La violencia se justifica por naturalidad y tradición. El egoísmo se auto-legitima por lo antiguo del sentimiento. El cambio de mentalidad es tachado de utópico o se interpreta como algo totalitario. A veces no falta razón. Deberíamos tener el derecho a equivocarnos y no el de robar a los otros ese derecho. Los límites están en la libertad, concepto abstracto y engañoso como ninguno, pues una libertad sin objetivos no es tal: es ocio.

La conducta es arcilla en las manos del que te cosifica. Del que te utiliza para sus metas y tu bienestar le da igual. Sólo eres un número, una parte ínfima de una estadística que pretenden dirigir como si fueran dioses terrenales. Como si no fuera una compleja superestructura de carbono como tú o yo, ni tuviera el mismo sistema nervioso. Poseen un órgano especial llamado Poder, transplantado a base de votos. Tú solo eres uno de tantos que ha renunciado a sus sueños y se somete a un trabajo asalariado, tomando pastillas, intentando creer que esta es la mejor vida que se puede llevar ¿Para qué? Para permitir que tu país escape hacia delante violando al futuro en la Tierra, para que tu vida esté legislada hasta el último aspecto, para que te cobren por disfrutar y te miren raro por pensar.

Los que tienen Poder creen poner freno a lo que consideran malo haciendo leyes: mero parche que sacia la sed de venganza de las masas hipnotizadas por los sucesos y la prensa amarilla. En su totalitaria pero estrecha mente no cabe que quizá sea más efectivo eliminar la desigualdad y enfatizar en el valor del respeto por el otro. O quizás si cabe, pero siempre será más rentable hacer de la violencia cultura, convertir en héroes a los que la utilizan y justificar daños colaterales. Y son ellos los que poseen el monopolio oficial de los juicios éticos y lo más importante, de imponerlos. Ahora entiendo muchas cosas.

La vida pasa de refilón y todos queremos ir más rápido. Vivimos imaginando el mañana y recordando el ayer, porque el hoy es una mierda. La humanidad es una balanza trucada. Un niño cadavérico muere en Etiopía por no tener qué llevarse a la boca. Al día siguiente, en el Ahorramás de un barrio indeterminado, echan lejía a los restos de comida, para que a nadie se le ocurra llevársela a la boca. Los padres se matan día a día para financiar sin saberlo los vicios destructivos de sus hijos. Lo verde deja paso al cemento. Las personas ya no se fascinan mirando las estrellas, eclipsadas por las marquesinas y letreros de neón que prometen cientos de placeres sintéticos, fabricados al por mayor.

Al llegar a casa, no quedan ganas de nada. El tiempo terminó por ganar la carrera. Un polvo a la semana y olvidate de ser tú mismo más allá de esas cuatro paredes, más allá de esa persona. Fórmate en política con La Noria. Pronto aprenderás a ser feliz viendo como las familias televisivas se abrazan, mientras en la tuya se manda callar cuando empieza la serie.

La gente ya no es lo que era, limítate a tu círculo y no les saques de su burbuja si no quieres acabar mal. Te tachan de idealista. Te invitan a que vivas la realidad que ellos experimentan día a día, para demostrar que tu filosofía no llena bocas: que venderías a tu mejor amigo por conseguir un sueldo mayor. Son cosas de cajón: el dinero permite comprar esos productos que tanto te han hecho desear asociándolos con la felicidad y el placer. El daño ambiental o social de detrás da igual. Se un buen ciudadano y consume, fomentarás que mucha gente trabaje y pueda hacer lo mismo. No es necesario amargarse, vida sólo hay una y para que unos estemos bien, otros han de pasalo mal. Simplemente es así. El Estado y el mercado ponen a tu disposición todo lo que quieren que necesites: consumo, circo, consumo, circo, consumo, circo...¿Para qué más? ¿Tomar las riendas de tu vida? Seguramente no podrías soportar tanta libertad. Ser dueño de ti mismo es lo peor que te puede pasar.

Debemos sentirnos orgullosos de nuestra patria. No son las personas las que construyen hospitales y atienden a los pacientes, no. Es el Estado con sus subvenciones el que crea la inclinación de estas personas. Es Esperanza Aguirre, que tiene los pies en la tierra y lucha porque deje de ser así: por eso asfalta con carreteras hasta el último rincón de la Comunidad. La M-120 está en camino. No te extrañe que debamos guardar respeto a nuestro gobernantes. La gente común no tiene ideas propias, y es provechoso que así sea: dejamos el camino libre a los que quieren nuestro bien. A los que nos idiotizan y enfrentan entre nosotros, pero que quieren nuestro bien. Si no nos enfrentaran entre nosotros, seríamos tan estúpidos de ir a por ellos. No nos conviene. Tú deja que otros piensen por ti, vota y arrima el hombro. Pero no te confundas; arrima al hombro sólo con los de aquí. Así no dejamos pasar a los que vienen a robarnos el trabajo y a delinquir.

La libertad en el asfalto está bajo fianza. Nadie te obliga a permanecer aquí y esclavizarte por un sueldo, pero no hay donde escapar. Todo terreno ya ha sido asignado. Queremos espacios donde poder trabajar para vivir y no al revés, donde cooperar de forma horizontal, donde ser los únicos que decidamos en base a nuestra moral. Crear arte para crear-nos, experimentar amaneceres sin horarios y sin rutinas junto a nuestros semejantes. Unirnos voluntariamente con quienes nos sintamos identificados y respetar a los diferentes en lugar de intentar acabar con ellos. Al fin y al cabo, nuestras diferencias sólo destacan por externas y curiosas, mientras que las semejanzas son más, pero hoy el mundo las ha olvidado. Damos por hecho que todo el mundo ama y lo consideramos irrelevante para centrarnos en ideologías y culturas. Es simplemente absurdo.

Quiero lo imposible: no para frustarme al no conseguirlo, sino para alegrarme al acercarme con cada nuevo éxito. No quiero estar atado a convencionalismos sobre los que nadie me ha pedido opinión, ni que cualquier neoliberal pragmático que tengamos por gobernante intente representarme. Soy consciente de que la felicidad absoluta no existe, al igual que sucede con la libertad, pero eso no importa: siempre hay algo que mejorar. Negar esto es sinónimo de conformismo o ignorancia.

Cada persona más feliz y más libre es un nuevo paso que anima a continuar. Si no depende de nosotros cambiar las cosas ¿de quién entonces? La semilla del cambio está en nuestra conducta. Lo bonito es luchar aunque sepamos que no veremos los resultados, aún siendo consciente de que, en último término, cada uno de nosotros estamos y seguiremos estando en minoría; viviendo nuestras correspondientes "siete soledades" (Nietzsche)...y media.

Que cada cual se libere a sí mismo o siga pres@ del auto-engaño. Los derechos se ganan o pierden, pero no son estáticos: pueden aprovechar cualquier descuido para arrebatárnoslos. Hoy día, me conformaría con que las pantallas se apagaran durante 1 hora semanal en la cual mentes se pusieran a funcionar. Pero no interesa: por eso hay televisiones en el metro.


* No sé si soy un demagogo por apelar a los sentimientos o un vitalista por darles importancia a la hora de configurar mi discurso. En cualquier caso, este nuevo formato es el inicio de una nueva categoría ("Desde mi realidad individual") en la que incluiré escritos realizados sin pararme a corregir y procurando no pasar por el filtro de la razón.

miércoles, 14 de abril de 2010

La Contra: La democracia directa


Hoy se cumplen 79 años de la proclamación de la II República. Muchos nostálgicos y una mayoría que no vivió en ella, pero que la evoca como una Edad de Oro, celebran eventos en su honor (como la paella de mi barrio el sábado pasado). Sin embargo, yo no logro comprender por qué se aspira a reinstaurarla. Es cierto que los avances sociales fueron bastante adelantados a su época, pero se tiende a olvidar que la conflictividad presente en la sociedad (sobre todo en vísperas de la guerra civil) era impresionante. Pero eso es lo de menos.

Lo que realmente no me convence es qué ganaríamos si la declararamos ahora. Suele ser la izquierda la que piensa que, de ser así, tendría un caracter acorde a sus ideologías. Sin embargo, en abstracto, no va implícito en el término - el término actual, pues hasta los borbones del XVIII lo utilizaban para designar su despotismo. Según la RAE, una república es un tipo de "
Organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período determinado.". Así, nada impediría que la República volviera reencarnada de derechas, con su respectivo presidente del PP. Habrá quien comentará que en eso se basa la democracia, en que cada partido vaya imponiendo a su ideología/candidato cuando le sea posible hasta ser relegado por otro, con la legitimidad que proporciona el voto. Discrepo profundamente:

- Aún dejando aparte que la acumulación de poder es más proclive a la corrupción (puesto que el dinero puede comprar a las pocas personas que lo ejercen en ese momento, mientras que si fueramos todos o directamente no hubiera poder, no existiría ese peligro) ¿Qué evita que durante los años que se le otorga, el gobierno no actúe de espaldas a los ciudadanos? Supuestamente, el temor a no ser reelegidos. Por eso es mejor intentar que no se note, hacerlo poco a poco o desviar las críticas hacia la oposición, procurando no superarla demasiado en decisiones catastróficas. Si a esto le sumamos el bipartidismo, el temor se disipa: tarde o temprano les volverá a tocar, apoyándose en los abstractos conceptos que tiene la gente de "representación" y en que, en 4 años, el opositor tiene espacio para cagarla bastantes veces. Todo lo anterior es perfectamente aplicable a la figura del Jefe de Estado.

- "Democracia representativa" es un oxímoron. "Democracia" significa gobierno del pueblo, sin embargo, los que gobiernan son sólo una pequeña fracción de este: los políticos. En el caso del republicanismo sucede algo parecido, solo que con el tema de la representación. Una sola persona pretende hablar en nombre de los que menos suele conocer por su propia posición social. Monarquía o república no son más que dos formas de caer en el mismo error: creer que alguien externo tiene derecho temporalmente - una vida, una legislatura - a representarnos o a decidir por/sin nosotros y condicionar nuestras vidas.

- Hay quien cree que una república es más barata que una monarquía. Es extraño esperar que los acomodados presidentes serán austeros en un mundo en el que la posesión simboliza todo lo positivo. ¿Y qué mejor que ostentarla ante el resto de Estados? Así, aunque el resto de ciudadanos sobreviviéramos a duras penas, daríamos buena imagen; un poco en la línea de lo que pretenden algunos tiranos africanos o jeques árabes que ya huelen demasiado. Y aún si suponemos que los presidentes serán austeros y mejoramos la república haciendo que el Jefe de Estado sea elegible de manera directa ¿se ha de dar por hecho también que los gastos derivados de las campañas electorales serán nimios?.

- Bastantes más motivos escritos aquí y otros tantos que no materialicé porque requieren un razonamiento significativamente más largo. Si bien quizás no todos sean aplicables por el mayor simbolismo que poder efectivo del "Presidente de la República" (concretando con la española, que era parlamentaria) el método de elección era aún más indirecto (le nombraban los diputados). Esto podía ocasionar las preferencias del representante por un partido u otro, con lo cual ya no encarnaba a todo el pueblo - cosa imposible - sino a los diputados que le habían escogido y, a lo sumo, a los pocos votantes que habrían optado por él aún pudiendo elegir.


¿Realmente nos puede representar de manera mímimamente fiel alguien que no sea cada uno de nosotros? ¿Necesariamente la política y el proceder de cada sociedad han de continuar siendo algo restringido para unos pocos? ¿Es razonable que un voto otorgue a la minoría elegida la legitimidad para actuar como desee hasta nueva orden? El lector que responda negativamente, puede dejar de leer. Los restantes, también, pero nunca viene mal conocer otros puntos de vista.

Podemos elegir ser republicanos - optando por el que parece ser el mal menor - o ir más allá y acabar directamente con la raiz de lo que servidor considera un problema: la política convertida en mera delegación de poder. Considero preferible que podamos decantarnos libremente en todo aquello que afecta a nuestra vida. O lo que es lo mismo: enfatizar en que la cosa (res) sea realmente pública, no reprivada. Y ahí es donde entra el asamblearismo.

Las ventajas del asamblearismo frente a la democracia representativa parten de que, en esta, los ciudadanos únicamente pueden elegir periódicamente quién les va a gobernar, mientras que en la democracia directa todos son participantes activos de la política.

Las decisiones irían dirigidas a asuntos realmente importantes y que afectan directamente a la totalidad de la población. Así se contaría con muchísimas más cabezas que en la oligarquía elegida, que pensarían y tendrían una perspectiva amplísima a la hora de encontrar la mejor solución. Sería algo parecido a las manadas de herbívoros: cuanto más ojos, más fácil es detectar al depredador y escapar o, en nuestro caso, hacerle cara.

Otra ventaja que aprecio es la difusión y posterior desaparación de las ideologías al uso, entendidas como conjuntos de preceptos, principios y valoraciones morales presentes en cada persona. El encasillamiento en estos sistemas automáticamente provoca el enfrentamiento con otros, a veces de manera violenta.

Si las ideologías siguen perpetuándose es porque, para ser realmente influyentes en las decisiones de su comunidad (al nivel que sea), las personas necesitan agruparse en partidos políticos y anular su sentido crítico para aceptar la práctica totalidad de la ideología de la agrupación. En caso de no estar de acuerdo en algún aspecto, las únicas opciónes son:

a) Conformarse con la parte en la que sí, con lo cual se renuncia a una parte del ideario de la persona para favorecer a la ideología del partido.

b) Crear su propio partido, algo difícil en el bipartidismo y que no hace más que legitimar el sistema: sólo los que puedan permitirselo se verán realmente representados en política.

c) Abstenerse de votar. Lejos de las tergiversaciones que haya podido tener (y esta tal vez sea una más), encuentro cierta relación con Nietzsche y su concepto de "hombre artista": aquel que crea sus propios valores. Su alcance llegaría hasta la anarquía pero, relacionándolo con el tema, ninguno de estos hombres permitiría que sus valores se vieran menospreciados por tener que adaptarse a algún tipo de representación que no sea la propia.

En este sistema la opinión propia está supeditada la ideología de los partidos, luego no podemos hablar de democracia, sino de partitocracia. Únicamente votando cada aspecto por separado y representándose cada cual a sí mismo, podremos hablar de democracia real. Las ideologías ya no tendrán sentido y cada cual elaborará su propio opinión de forma totalmente independiente a lo preexistente. Los enfrentamientos que provoca la ideología se reducirían muchísimo, pues ya no habrá 2 o 3 partidos o unos cuantos movimientos sociales pugnando por el poder o la hegemonía, sino que cada persona coincidirá en X votaciones con otras, en Y con otras tantas, en Z con algunas...es decir, el enfrentamiento sería totalmente arbitrario.

Imagínense a 5 sujetos:

- El sujeto A vota a favor del aborto, la tauromaquia y la eutanasia.
- El sujeto B vota a favor del aborto y la eutanasia, pero en contra de la tauromaquia.
- El sujeto C vota a favor de la eutanasia, pero en contra del aborto y la tauromaquia
- El sujeto D vota a favor del aborto, pero en contra de la eutanasia y la tauromaquia.
- El sujeto E vota a favor de la tauromaquia, pero en contra de la eutanasia y el aborto.

Todo está relacionado, pero las formas de relacionarlo en personas que se forman a sí mismas (o críticas) varían según el individuo y ahí está la gracia del perspectivismo.

- Igual el primer sujeto cree que la vida no tiene ningún valor si no puede tener conciencia de sí misma (sucedería con fetos, animales y personas en coma profundo).
- A lo mejor el sujeto B no considera la vida algo intrínsecamente válido y sólo se basa en la percepción del dolor (como bastantes vegetarianos), por lo que permite acabar con la de los fetos que no tienen un grado de desarrollo suficiente para sentirlo y las personas que lo piden y se les administra de forma indolora. Sin embargo, no permite la tauromaquia, porque es una tortura en toda regla.
- El sujeto C es parecido al A, pero a la inversa: la muerte es permitible si se da permiso para ejecutarla (en el caso de la eutanasia, en enfermos crónicos con plena conciencia).
- Parece ser que el sujeto D apoya el aborto en las primeras etapas, porque cree los fetos no se pueden considerar vida hasta que alcancen un desarrollo cerebral determinado.
- Lo más seguro es que D crea que la vida del hombre es intrínsecamente valiosa (y no se debe quitar) pero la de los animales sí (y además sin reparos). Es una postura parecida a la de algunos cristianos creacionistas actuales.

Las personas que apoyan el aborto bajo determinadas circunstancias bien definidas estarían en su derecho de defender su opinión y darla a conocer. Sin embargo, no tendrían por qué circunscribirse únicamente a esa causa. Así, mientras que en unas cosas se puede coincidir, en otras obviamente no será así. Entonces ¿a qué personas aborrecería más enconadamente alguien del grupo 1: a los antiabortistas (C y E), a los antitaurinos (B,C y D) o al contrario a la eutanasia (D y E)? ¿Al sujeto D? No tiene sentido, porque coincide con ellos en lo del aborto, mientras que con el del C sólo coincide también en la eutanasia. ¿Al sujeto E? Aunque discrepe en otros asuntos, es el único que le apoya con la tauromaquia.

Los aliados en un asunto divergen en otro. En la realidad, sin símbolos ni partidos y con muchísimos más asuntos a tratar ¿quién se encargaría de hacer una absurda gradación de qué vota cada vez cada persona para demostrarle mayor o menor simpatía?

Con la atomización de la política en ideas independientes y decisiones representativas, puede que en los debates se profundizara más. Ya no se diría "El comunismo es bueno" o "El capitalismo es mejor", simplemente porque cada cual tendría su propia opinión sobre propiedad privada, lucha de clases, plusvalía, etc. Así, se evitaría el sectarismo y se analizarían dichos conceptos por separado, favoreciendo hasta cierto punto la paz social.

Se puede objetar que las opiniones van unida a intereses, luego las personas de cierta clase social votarán siempre más o menos siguiendo unos cánones. Esto es cierto y constituye, junto con otras muchas críticas, los reproches que se le pueden hacer al asamblearismo pero que no provienen del sistema partitocrático, sino de algunos tipos de anarquismo (lo trataré otro dia).

En la otra entrada hablé de cortoplacismo para adecuar los resultados a las legislaturas y volver a ganar las elecciones. Con el asamblearismo esto no sería posible, simplemente porque no existirían plazos que cumplir, ni gobiernos a los que echar la culpa de que cierta decisión haya sido mal enfocada o aplicada. El pueblo tomaría toda la responsabilidad de sus acciones y, al ser el que las sufre, aprendería de sus errores (mientras que los políticos que han aprendido de sus errores no suelen salir reelegidos, justo por la existencia de los mismos).

Por citar algunas más:
- La posibilidad de adoptar o revocar decisiones en un sentido u otro en cualquier momento (no limitándonos al día de voto ni a lo que nuestros antepasados dijeron sobre ello). Un buen ejemplo: la Constitución, que tal vez representaba a la sociedad de los 70 (o mejor dicho, a los partidos que la redactaron) pero hoy es posible que no sea así.
- La entrada en escena de asuntos que normalmente no se tratan porque se consideran secundarios o molestos de sacar a debate. Los socialistas no se posicionan respecto al toreo porque no lo consideran un tema prioritario y además, al hacerlo pueden perder votantes. Es un buen ejemplo de cómo la opinión personal queda pisoteada en aras del partido y su victoria electoral.
- Se ahorraría muchísimo dinero prescindiendo de aquellos que actúan por nosotros y se reduciría la corrupción (al contar igual la opinión de cualquier persona, sería mucho más dificil sobornar a un grupo importante de ellas).

La objección a este descenso de la corrupción es que la gente pobre es muchísimo más fácil de comprar que un político (por pura necesidad, es decir, cuando importe más el dinero recibido que la idea que se apoyaría realmente). En primer lugar, debemos limitar esta objeción a las medidas que no le afecten directamente de forma negativa. En segundo, esto se podría solucionar, por ejemplo, reduciendo las desigualdades (la desaparición de la clase política ya es un primer buen paso), primando el valor de las ideas sobre el consumo innecesario, etc.


Algunas críticas y sus respectivas contraargumentaciones respecto a la democracia representativa pueden ser las siguientes:

1. Hay quien puede aducir que es ineficaz que el voto de los expertos en la materia que sea contara igual que el de cualquier otra persona: yo opino que la extensión de la política a la totalidad de la población la reduciría a lo realmente esencial, se acabaría con la burocracia y complejidad innecesaria y planos como el económico volverían a estar al servicio de los seres humanos (y no al revés).

¿Que por qué se reduciría a lo esencial y la complejidad desaparecería? Simplemente porque el común de las personas tienen otras ocupaciones y se elegiría así para facilitar la participación y agilizar los trámites. ¿Sería tan sencillo aún habiendo tantos intereses económicos (financieros sobre todo) interesados en evitarlo? No podemos saberlo, pero en cualquier caso es mucho más sencillo y sigiloso coaccionar a un grupo reducido de políticos que acumulan todo el poder, que a la totalidad de la población. Los medios tampoco podrían amenazar con retirar el apoyo electoral ¿a quién? ¿a los votantes?

2. "Hay peligro de que se adopten medidas contradictorias". Antes de argumentar contra esta crítica, hemos de tener en cuenta la simplificación de la que acabo de hablar, que haría entendible los mecanismos políticos y económicos al común de la población. Fuera de ello, los ciudadanos son los que, a través de sus vivencias en un entorno saben lo este necesita y lo que no. Y estas decisiones serían bastante más consensuadas, por la antes mencionada desaparición de las ideologías y los prejuicios cognitivos que acarrean.

En cualquier caso, se debe enfatizar que las personas pueden aprender más rápido que los políticos, porque entre todas tienen mayor visión de la situación (en contraposición a cifras y estadísticas). Se puede criticar que esta visión es a nivel local (no nos podemos fiar de los medios, cuyos dueños seguirán teniendo intereses en tergiversar la realidad), con lo cual coincido y es un buen motivo para la adopción de formas de Estado con cada vez mayor autonomía, hasta la fragmentación de este en pequeñas comunidades (en próximas entradas de La Contra).

3. "Adoptar la democracia directa sería similar a estar continuamente votando, además de que los trámites serían muy lentos". Esto no tendría que ser así si se simplifican los asuntos a tratar y los procedimientos de entrada en vigor. Incluso podríamos añadir el decidir exclusivamente sobre las parcelas territoriales en las que el asunto va a afectar, retomando el ideal de las pequeñas comunidades (aunque no sean comunidades al uso, sino circunscripciones).

En cualquier caso, la abstención en asuntos que la persona no considere de interés seguiría siendo perfectamente válida. Por otra parte, el uso de internet facilitaría el poder votar en cualquier lugar y momento, así como enterarse de qué es lo que se propone decidir; incluso utilizando filtros adecuados a lo que interesa al individuo, etc. El Partido de Internet, por ejemplo, permite que sus votantes marquen como predeterminado el votar acorde a un partido, pero siempre con la posibilidad de discrepar en cuestiones que diferencian sus ideas con la ideología de la organización; bien mirado no deja de ser una bonita muestra de la desvinculación del individuo al Estado moderno, sobredimensionado y dispuesto a entrometerse hasta en el último aspecto de su vida.


Por último, me gustaría destacar que, aunque la democracia directa es un futuro deseable, no debemos estancarnos en ella como está sucediendo actualmente con la representativa. Tiene bastantes fallos (que trataré próximamente) y siempre hemos de buscar la forma de seguir superándonos porque, si no, es fácil acomodarse y que el sistema comience a degenerar. Hemos de tener siempre unas aspiraciones elevadas que nos permitan seguir caminando, y no sobrevivir exclusivamente a base de solucionar efemérides y hacer correciones superficiales.

En cualquier caso, si algún hipotético republicano me ha leído hasta aquí, sólo me queda decirle que el sábado a las 18:30 hay una manifestación reivindicando la tercera de Cibeles a Sol.

domingo, 28 de marzo de 2010

Ética a prueba

Tenemos suerte, solo 20 minutos de metro - politano - nos separan hasta Sol. Desde allí, ir a Plaza (no de toros, sino de la Villa) no lleva más de 5. A punto de llegar, hay pancartas contra la pared, algunas con lemas rebuscados. Da igual, no nos hemos acordado de personalizarnos una. El sentimiento es el mismo, las palabras no son más que una forma degradada y burda de expesar nuestros sentimientos.

La Plaza está repleta y cada vez llega más gente. Activistas de las distintas organizaciones con camisetas que así lo indican sostienen pancartas que muestran animales agonizando. Algún personaje disfrazado de toro entretiene a los más pequeños. Los padres de familia se entremezclan con jóvenes de estética antisistema y estos con un reducido grupo del PECTA, cuyas pancartas rezan "Resistencia Cristiana". Me sorprendo censurándoles mentalmente cuando leo "Por una Europa libre de crueldad animal" y comprendo por donde van los tiros.

Pasa el tiempo, los vendedores de chapas hacen su agosto y las organizaciones se disponen a salir mientras se empiezan a corear lemas. En parte porque hay muchísima gente de fuera, se han equivocado y están orientados en dirección contraria a nuestro objetivo. El malentendido se subsana y me introduzco en el grupo de la cola, el "Bloque Antiespecista y Antiautoritario", más acorde a mi postura y con mayor variedad de proclamas (que un tipo de delante con megáfono copia con cierto retardo).

La interminable procesión avanza y nosotros empezamos a movernos cuando se oye a alguien decir que los primeros ya han llegado a la Puerta del Sol y que como no terminemos a las 14:00, los antidisturbios harán acto de presencia. Más allá del típico "La tortura no es cultura" (que encuentro muy superficial puesto que la cuestión no es esa, sino si el espectáculo es ético o no) la gente del bloque comienza a gritar y es imposible no dejarse llevar por la rabia ante tal injusticia.

Me sorprendo gritando "Torero, si quieres ver sangre córtate los huevos", "Libertad presos del ALF" o saltando ante "Un bote, dos botes, taurino el que no bote". Por la propia naturaleza vegana y libertaria del Bloque, se acompaña de "Ni toros en las plazas, ni vacas en los platos", "Carne es asesinato", "Liberación animal" o "La lucha está en la calle y no en el parlamento". Al pasar por el McDonald´s y el Museo del Jamón, gritamos por su demolición. ¿Violentos? Muchísimo menos que los métodos que requiere la utilización de los animales. Vean Earthlings, el documental que me ayudó a poner cara a este genocidio normalizado:



Al fin, entramos en Sol y la gente nos mira atenta. Su repertorio de expresiones van desde la imparcialidad hasta la ligera curiosidad, pero no más. Un grueso inmenso de manifestantes se sitúa frente a un pequeño escenario en el que varias "personalidades" utilizan su fama para hablar por nosotros, como si tuvieran mayor consideración moral por ello. Se tratan rápidamente los principales argumentos de un manifiesto y se saltan otros por falta de tiempo. La gente aplaude, grita proclamas contra Esperanza Aguirre y la irreverencia se evapora cuando la multitud se dispersa. Me río de un punk que toquetea un móvil de última generación y regresamos en metro al barrio.

Al llegar a casa, compruebo que no hemos salido en la televisión, luego nuestro acto no existe para ese grueso de la población que confunde la realidad con la pantalla. Ya grité allí: "¿Donde está Telemadrid? ¡Coño!", sabiendo que si la tercera parte hubieramos ido contra los matrimonios gays, habrían enviado un helicóptero. El baile de cifras es impesionante: en Internet, los pocos medios conservadores que se han hecho eco hablan de 1000 personas; mientras que los organizadores, de 25000.

Podemos organizar decenas de manifestaciones multitudinarias más, pero son inútiles si no se acompañan de acciones cotidianas. Oponerse a la tauromaquia como si fuera un problema aislado es una postura muy cómoda. Y es que los verdaderos valores de las personas se demuestran cuando estos pueden entrar en conflicto con sus intereses. Me explico: es fácil pedir la abolición de esta tortura si no te gusta, pero...¿actuaríamos igual con cosas que nos reportan beneficios o suponen esfuerzo por nuestra parte?

Esa es la prueba definitiva para probar si las personas sienten (sentimos) de verdad su (nuestra) ética o no es más que palabrería bienpensante para pasar un rato entretenido entre pancartas. No sólo tendríamos el ejemplo de rechazar a la tauromaquia pero legitimar el uso de otros animales como mercancías por mero placer gastronómico, sino también otros muchos: proclamarse tolerante con la homosexualidad pero no aceptarla en tu familia, declararse contrario a las fuerzas de seguridad pero acudir a ellas en caso de necesidad, considerarse solidario siempre que no cueste esfuerzo ni dinero...

En la autocrítica está la mejora. Intentar cambiar el mundo sin cambiarnos a nosotros mismos es, además de hipócrita, contraproducente.

La historia de Pedro

Pedro es un joven que trabaja de mozo de almacén en una empresa de transportes. Vive en el extrarradio madrileño y, desde pequeño, siempre se ha preocupado por los demás. Comenzó a sentirse identificado con el anarcocolectivismo y a leer a sus principales autores, impregnándose de teoría. La parte práctica no tardó en llegar, empezó a asistir a manifestaciones, okupaciones y a pasarse por los ateneos de su zona. Sin embargo, lo que vio allí dejó de gustarle al cabo de unos años. Al ver que sus acciones y esfuerzo no lograban ningún cambio, Pedro se vio más inclinado por el marxismo, que parecía garantizar un cambio no utópico como sucedía con el anarquismo. Con renovadas esperanzas, se instruyó a la par que buscó un trabajo e intentó organizar un sindicato de empresa.

El paso de los años y el inmovilismo de la gente le hizo cambiar de nuevo de opinión. Pasó a pensar que sólo una solución autoritaria lograría acabar con el capitalismo de forma eficaz; se tornó estalinista. No se daba cuenta de que esta postura le alejaba aún más de lo que despertaría interés en sus compañeros alienados. Su proyecto de sindicato desapareció, también en parte porque Pedro buscaba métodos de acción más directos.

Hoy en día, Pedro aún vive con sus padres y considera que muy pocos son suficiente revolucionarios para merecer su atención. Su grupo es tan cerrado que cualquiera diría que no quieren extender sus creencias y lograr el cambio, sino mirar con supuesta superioridad moral e intelectual a los que no piensan igual que ellos. La mayor parte de su tiempo libre, "devora" libros afines para retroalimentar su dogmatismo y entra en kaosenlared desde su ordenador de origen asiático para criticar a los "troskos" con multitud de datos aprendidos de memoria.

Mientras Pedro tilda de anticomunistas a unos cuantos, tres activistas de Igualdad Animal son detenidos por liberar a varios corderos de una granja, la CNT convoca una manifestación contra los despidos masivos de una constructora y los trabajadores se defienden de los antidisturbios, un chico decide no comprar más zapatillas hechas con manos esclavas, una joven convence a su novio de la importancia de cambiar de hábitos para conservar el planeta y varios amigos crean un grupo de afinidad para despertar conciencias dando a conocer a Marx.

¿Estás tan inmerso en tus ideas que eres incapaz de empatizar? ¿miras por encima del hombro a aquellos que no las comparten? ¿tu concepción de un mundo mejor sólo admite tu mundo mejor?

domingo, 21 de marzo de 2010

En defensa del decrecimiento - Carlos Taibo

De forma interesante, lógica y argumentada, "En defensa del decrecimiento" no se limita a tratar esta propuesta ecologista, sino que abarca una visión más amplia y trata diversos aspectos de la realidad contemporánea. El libro es bastante corto, pero se divide en 4 partes:

- Amenazas, que habla sobre los principales problemas sociales y ambientales a los que debemos plantar cara. Entre ellos, se explican y analizan la globalización capitalista (que conlleva desigualdad), el cambio climático (se considera que los efectos y propuestas de Kioto son insuficiente), el agotamiento inminente de las materias primas energéticas (que llevará a su encarecimiento y a los conflictos bélicos asociados) y la sobrepoblación. Taibo también explica otros conceptos como la huella ecológica, pone en entredicho que todo desarrollo científico sea positivo y, a diferencia de Lovelock (aún citándole ocasionalmente a lo largo del libro) arremete contra la energía nuclear para defender después las renovables.

- Decrecimiento. En esta parte, se cuestionan los beneficios del crecimiento económico desde varios planos y se llega a negar que sea intrínseco a la democracia, que haga más felices a las personas y que respete los límites medioambientales. El concepto de "desarrollo" y los indicadores económicos actuales, así como la consideración del trabajo como algo positivo también son discutidos. Por último, se postulan muy brevemente los "pilares" sobre los que se asienta la propuesta decrecentista, cuya realización sólo será posible si se elimina la moral consumista y mercantilista.

- Barbarie. Es el capítulo más antrópico del libro, pues trata los múltiples defectos de los que adolecen nuestras democracias (el autor habla en algunos casos de "Darwinismo social militarizado", relacionando el imperialismo nazi con el norteamericano). Se tratan diversos temas en torno a ello: el miedo como instrumento para aumentar la gobernabilidad sobre la verdadera democracia, las guerras en búsqueda del "espacio vital" de Estados Unidos e Israel, las migraciones, los campos de internamiento para extranjeros...

- Capitalismo. La parte final del libro pone de relieve que el capitalismo es un sistema económico que necesita de crisis cíclicas para perpetuarse. También se habla del efecto rebote (una crítica muy importante del decrecimiento al desarrollo sostenible) y se pone especial énfasis en la importancia de crear sociedades y economías menos complejas, que estén adaptadas al ser humano, como sucede con los pueblos primitivos africanos. Las últimas páginas dan algunos ejemplos de las "Miserias de nuestros gobernantes" en su afán de ir más rápido y más lejos.

lunes, 15 de marzo de 2010

Piensa, escucha, reflexiona y actúa (en ese orden)


A veces pensamos que el único motivo de la desmovilización actual es la falta de interés y menospreciamos otros factores. El nihilismo, el escepticismo, la indecisión y la sensación de que nuestros esfuerzos serán vanos pueden ser algunos ejemplos.

En mi caso, creo que muchos de los que rechazamos los dogmatismos nos basamos en parte en que sólo nos podemos acercar a las verdades mediante la multiplicidad de puntos de vista; además de que existen distintas verdades para diferentes contextos (con excepciones, claro). Puede que ninguna filosofía sea válida por sí sola, pero la unión de muchas nos da mayores garantes de éxito.

No estoy haciendo referencia a alguna especie de sintetismo ni unificación. Simplemente, las formas de ver la vida están ahí y, al ser imperfectas, omiten o se contradicen a juicio de cada uno. Ya que tenemos la capacidad de razonar, podemos crear las nuestras propias o adoptar críticamente partes de otras. Yo puedo no estar de acuerdo con toda la teoría anarquista (del tipo que sea), pero sí sentirme identificado con la idea de "pacto voluntario" y modificarla, mejorarla y hacerla mía.

Hablo de todo esto porque, a la hora de reflexionar e intentar cambiar las cosas pienso que es importante saber por qué apoyamos cierta variación o no la vemos con buenos ojos. Y si unos planteamientos te parecen interesantes pero no comulgas enteramente con ellos ¿por qué no informarse más a fondo para ver en qué pueden mejorar?


A propósito de esto, el sábado fui a la Casa de Uruguay, un semisótano bastante escondido de Aluche donde iban a dar una charla titulada "Anarquismo y educación", es decir, "pedagogía libertaria". Un afiliado de la CNT de Jeréz había escrito un libro sobre ello (agotado en casi todas las bibliotecas contraculturales) y se vino a Madrid a presentarlo.

Empezó hablándonos muy brevemente de los principios comunes en los que se sustenta este tipo de educación. Ya saben: asamblearismo en la toma de decisiones, antiautoritarismo, autogestión (aún siendo una ideología mayoritariamente obrera, no queda más remedio que ser privados si se quiere crear alternativas reales al estado), etc. Más tarde se comentaría que son la antítesis del conductismo (¿les suena la rata de Skinner?).

Continuó contándonos algunas experiencias reales de escuelas con estas tendencias o parecidas. Se ve que no comenzó con el conocido Ferrer Guardia, sino que ya medio siglo antes (mediados del XIX) los mutualistas franceses habían creado un modelo precursor, asociando a cada mutualidad una escuela en la que los propios obreros enseñaban a sus hijos.

Ya a finales de siglo y principios del XX, la pedagogía libertaria se dividió en dos variantes:

- Las teorías no directivas consideraban que los propios educandos deben ser los únicos protagonistas de su educación (paideia, el alumno es el centro), por lo que la intervención del profesor debe ser mínima. Esto se traducía, por ejemplo, en prácticas de psicomotricidad proporcionando a los niños los estímulos necesarios para que fueran ellos mismos los que se interesaran y aprendieran por sí solos. En España, esta rama se denominó Pedagogía Neutral.

- La variante sociopolítica tuvo una mayor difusión que la anterior. En este caso, el papel del maestro era más activo: se trataba de concienciar al niño de los problemas de la sociedad y educarle en la aversión por la autoridad. El racionalismo de la Escuela Moderna tuvo tal éxito como alternativa al monopolio de la educación que ejercían la Iglesia y el Estado en ese momento, que se extendió no sólo por España, sino también por otros países como Francia o Estados Unidos.

Durante la Guerra Civil y ligadas a las colectivizaciones de la zona republicana, se crearon muchísimas escuelas (ateneos libertarios) de este tipo, asociadas al sindicato de cada lugar.

Hoy en día, el centro que más se ha prolongado en el tiempo con este ideario se encuentra en Extremadura. Se llama Paideia y lleva unos 30 años abierto.

A partir de estas explicaciones, cada uno puede forjarse más o menos su opinión. Yo, por ejemplo, considero que la primera variante es más aceptable si se desea formar un pensamiento independiente (conservador, crítico o del tipo que sea) mientras que la segunda está más ligada a la causa anarquista propiamente dicha. Ambas deberían coexistir, pero una evitando caer en la desatención absoluta y la otra en dogmatismos (aunque es difícil, tratándose de una ideología con un fuerte componente librepensador) estériles.

Como suele ocurrir en las reuniones horizontales, lo más interesante llega cuando se discute lo expuesto. Entre los temas tratados (muchos de los asistentes eran profesores) hubo algunos que me parecieron especialmente interesantes y que sólo mencionaré de pasada.

- El escritor trabajaba en un instituto público para ganarse la vida, intentando aplicar en la medida de lo posible la metodología libertaria ¿Constituye esto una incongruencia y los intentos un modo de limpiar su conciencia o es un grano de arena y una buena forma de actuar fuera del círculo? ¿Es más efectivo combinar esto con la práctica de la pedagogía libertaria en el tiempo libre?

- Los posibles problemas en la adaptación académica de los chavales a otras metodologías (en la universidad, secundaria, etc.). En principio, alguien aseguró que no eran acusados.

- Dificultad de acceso de las clases bajas a los centros de este tipo, por su nivel cultural y económico. Esto enlazaría con la autogestión y la necesidad de bastante independencia ideológica.

- Se mencionó el fenómeno del homeschooling, permitido en otros países pero ilegal en España debido a la obligatariedad de la educación de 6 a 16 años. En algunos casos se ha intentado quitar la custodia de niños educados en su propia casa.

- ¿Enseña la escuela a pensar y a desenvolverse independientemente o únicamente se trata de "absorber" conocimientos de forma pasiva? Las respuestas se decantaban por la segunda opción, explicando a través de ello el absentismo, la falta de comprensión lectora (conozco a gente en mi clase que ha llegado a bachillerato únicamente memorizando, sin entender nada), etc.

- Las posibilidades de puesta en práctica en centros de menores. Un hombre afirmó que eran nulas debido a la propia organización de estos (trabajaba en uno).

- ¿Cómo se aplicarían estos métodos de enseñanza a las personas con algún tipo de discapacidad? Esto iba referido más bien a las no-directivas, que confiaban en la independencia del alumnado.

- La adaptación gradual de algunas ideas de la pedagogía libertaria a colegios liberales: por ejemplo, la paideia y las clases mixtas de niños y niñas. También la posibilidad de extraer ideas de otros contextos con distintos principios ideológicos, como los zapatistas en Chiapas.


Tras ver que en Telemadrid catalogaban a Miguel Delibes de "ecologista" por haberse dedicado la caza, necesitaba un supositorio que me ayudara a expulsar tal comentario a la ligera. El domingo por la mañana teníamos que estar a las 11 y media en Callao (llegamos a menos 10). Una vez allí y con la exclusividad que da el negro, tomamos sangre de las manos de otros (artificial creo...) y estuvimos posando durante 1 hora. La disposición era la siguiente:

- Unas 20 personas desnudas con "sangre" por el cuerpo y banderines bajo los sobacos formando la palabra SOS.
- Detrás, alrededor de unas 70 antitaurinos vestidas totalmente de negro y con las manos ensangrentadas en alto o sosteniendo pancartas con "Roban mis impuestos para torturas toros!!!" o "Penar al tortura-toros y a sus cómplices, todos!" ("todos" subrayado).
- Formando un amplio círculo, gente vestida normal con diversos carteles y una pancarta.

Con un megáfono, una chica de Equanimal nos decía que, si nos cansábamos de estar en la misma postura, podíamos levantar la mano y pedir el relevo (algo paradójico, pues todas las manos ya lo estaban por la propia naturaleza de la protesta).

Cuando las 13:00 estuvieron próximas, comenzamos a corear los típicos lemas. La chica leyó el comunicado de por qué nos oponemos a la tortura nazional y dijo que estábamos allí para impedir que fuera declarada bien de interés cultural (a lo que exclamé "¿Sólo eso?"). Según ellos, la Sra. Presidenta ha visto que el movimiento antitaurino comienza a tomar fuerza y se ve obligada a blindar los festejos (un buen ejemplo de cuánto poder tenemos los ciudadanos en esta pseudo-democracia; consulten encuestas y verán que, como mínimo, las de medios más conservadores admiten que hay bastante equilibrio de fuerzas en este asunto). También mencionó que la Comunidad había impuesto una multa (se insistió en que no pensaban pagarla) a tres activistas que saltaron al ruedo, aún declarando el juez que no había delito en ello.

Al parecer, Aguirre hoy ha bromeado: "Teniendo en cuenta la cantidad de hechos culturales ligados a las corridas de toros, no me parece una idea descabellada. Ya sé que hay muchos antitaurinos ¿qué sería de la Fiesta sin ellos; si son los que la animan?".

Retomando la temática con la que empecé el escrito: con toda seguridad que no conseguiremos que mañana la Presidenta se retracte de su estúpido y cruel pique territorial, pero espero que los antitaurinos de los que se burla la hagan tragarse en unos años sus palabras (por ello, es importante que la irreverencia no se quede en las manifestaciones). Y qué mejor comienzo que ir el 28 de marzo a la Plaza de la Villa: 19 organizaciones defensoras de los derechos animales van a confluir en una gran protesta.

Así verá que no somos cuatro comeflores.

PD: Siento tener que poner un video de una cadena con afinidad ideológica por los sociatas de palo que no se atreven a posicionarse, pero es lo mejor que he encontrado.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Soy un misántropo


El título puede parecer tremendamente incoherente con el contenido, pero hoy me encuentro visceral (como el tema que trataré) y necesito hacer partícipe a otros de mi rabia.

El debate sobre la tauromaquia se ha hecho presente en los medios gracias a que proviene de los ciudadanos de una región que se considera "independentista". De por sí, eso nos garantiza que en ellos no van a centrarse en el sufrimiento del animal, sino en las posibles connotaciones políticas (infundadas o con motivo) que ello pueda tener. En el mundo real somos muchos los que desde tiempo atrás nos hemos quejado de la fiesta nacional en sí, argumentando de acuerdo a lo que consideramos moral o inmoral. Ahora se suceden las noticias y todo el mundo parece interesado (incluso la Sra. Presidenta cree que se debe proteger la matanza). Esto no es más que un fiel ejemplo de cuándo consideran las televisiones que algo es noticia y cuando no. Se han apoderado del ágora y nosotros, ciudadanos ejemplares, "discutimos" como lelos de lo que les interesa y en el contexto que les viene en gana.

Antes me gustaría que vieran la opinión del "Maestro" Luis Francisco Esplá de su relación anímica con el toro. Parece que no hablamos de la misma tortura, porque donde él ve gracia yo veo sangre e injusticia.

Guardo una relación de material, de material sublime, de ser vivo. El milagro del toreo para mí se cifra en ese espacio-tiempo en el cual nos llegamos a pertenecer y las fronteras se diluyen. No sé hasta donde soy yo ni hasta dónde es él con su aportación. Vivir ese instante de una voluntad única es casi un estado de gracia.

Mi pensamiento ha evolucionado con el tiempo y normalmente, para llenarse de dudas. Sin embargo, este es un tema en el que me siento con unos argumentos bastante sólidos (coherentes). Lo fácil sería aporrear el teclado dejando caer una idea tras otra hasta alcanzar un volumen considerable, pero voy a intentar eficaz rebatiendo los principales argumentos a favor. Un diálogo absurdo pero jugoso tal vez sirva. Sitúense: un bar de aficionados al toreo en el que un joven melenudo ha entrado a mear.


- ¡Jodidos catalufos! ¡Ahora también quieren dejarnos sin toros! Pues no lo van a conseguir...¡oye! ¡El toreo es un arte! Seguro que ninguno de estos ha ido a una plaza en su puta vida. - Exclama un hombre de cuarenta y tantos, con pelo canoso y voz desagradable. El joven, que estaba a punto de salir, se da la vuelta sin expresión alguna en el rostro.

- Perdone...¿por qué dice que es un arte?

- ¡¡Pero chaval!! ¡Eh, mirad lo que pregunta este! - grita el hombre a sus compañeros- ¡Que por qué es un arte! ¿Tú no lo has visto nunca en la propia plaza? - al ver que el joven gira la cabeza negativamente, su voz se convierte en un susurro con cierto tono romanticista - Es...inexplicable. Ves a un animal, con toda su nobleza caer ante el torero, chorreando sangre. Toda su bravura se queda en nada. Hay a quien le gusta el baile o el...el ballet. Bueno, pues esto es una especie de baile...

- Que acaba con la muerte del animal - Interrumpe el chaval. Tras quedarse con la palabra en la boca, el hombre continúa.

- Sí, con la muerte. Pero es que es parte del espectáculo. - afirma buscando apoyo entre sus conocidos, que asienten como si fuera algo obvio - Además ¿qué importa? ¡Es sólo una bestia!

- Vamos a ver. - el joven adopta un aire resuelto mientras se sube la bragueta ostentosamente - Ha dicho antes que el toro es noble, pero ahora le llama "bestia". ¿En qué quedamos?

Otro hombre interviene por su compañero:

- Es noble, pero no deja de ser un animal.

- Sí, es un animal. - Interviene rápidamente el melenudo - Díganme, ¿nosotros que somos?

- Hombres. - Afirman varios a la vez.

- No nos intentes convencer con tus mamarrachadas progres, - dice un gordo sudoroso al fondo - tenemos derecho como cualquier otro a divertirnos con lo que nos gusta.

- No les intento convencer. Sólo espero que vean que la gente no se queja por vicio. - Su tono desprende humildad. - ¿Qué diferencia a los hombres de los animales?

- ¡Todo! - afirma el hombre canoso moviendo los ojos como si fuera algo evidente.

- ¿Y en qué nos parecemos? - Se hace el silencio. Sólo se oye a Matías Prats de fondo introduciendo las noticias de "sociedad", con un tono que intenta saltarse su obligada seriedad para parecer gracioso. - Les ayudaré. Todos estamos formados por los veinte mismo aminoácidos, tenemos un ciclo vital, nuestro portador del material genético es el ADN, somos heterótrofos... puedo decir, si no cientos, decenas de ellos. Lo que nos interesa es que todos menos las esponjas tenemos sensibilidad: podemos reaccionar activamente ante el medio externo.

- Puedes venir hablándonos de aminonosecuántos o lo que sea, pero los hombres somos diferentes que los animales. - Opina uno mientras mira al suelo negando - Te pongas como te pongas.

- Lo sé, pero...

- ¡Ni peros ni nada! - Y añade - ¿Quién tiene inteligencia? ¿Quién ha conseguido crear sociedades e inventos? ¿Los animales?

- No voy a entrar a discutir en si el ser humano va por el buen camino con sus "sociedades" e "inventos".

- ¡Coño! ¡pues aclarate! Ya lo estás haciendo discutiendo esto.

- Eso es verdad, pero estoy concretando. Quería decir que no me voy a salir del tema. - El melenudo sigue - Y el tema es que, en el caso del toro, tienen una sensibilidad muy acusada. Al ser un mamífero, se sitúan cerca de nosotros en términos de evolución, lo cual hace que también tengan sensaciones de dolor físico como ustedes o yo.

- ¡Pero no es un ser humano!. No intentes igualarnos con ellos, que no pueden ni razonar.

- Lo de que no puedan razonar a nuestro nivel no significa que no sientan dolor.

- ¡¡Un momento!! - vocifera un tío que había estado observando callado, sentado en una silla y apurando su cerveza. - ¡Yo he escuchado que cuando les matan, los toros sueltan unas hormonas o no se qué que ni siquiera les duele! ¡Creo que decían que les da placer y todo!

- Dudo que las heridas, tratándose de algo negativo para el organismo, produzcan a través de los noniceptores una sensación placentera. Si fuera así, los toros tendrían tendencias suicidas y la especie habrías desaparecido hace tiempo. - Algunos señores de edad miran a los lados sin entender nada mientras los jóvenes prestan atención con el ceño fruncido. - Pero vale, supongamos que no les duele cuando le clavan la espada. Tampoco duele una cámara de gas. - un hombre se da la vuelta con un gesto ostentoso, evidenciando la analogía supinamente exagerada. - ¿Significa eso que ustedes apoyan el asesinato sin consentimiento ajeno mientras sea indoloro?

- ¿Qué consentimiento pretendes que te dé un toro? - Pregunta uno de los más jóvenes riéndose de su propia ocurrencia.

- Ninguno, por eso no decido por él que su voluntad sea morir en una plaza.

- Los seres humanos tenemos nuestros propios intereses. ¿O es que te paras a pensar en eso cuando comes un filete? Las vacas viven muchísimo peor que los toros. - el tono del joven aficionado se muestra razonable y coherente. - Además...¿por qué os preocupais por eso? Hay mucho paro y gente que no tiene qué llevarse a la boca como para andar pensando en bichos.

- A lo primero...soy vegano.

- ¿Vegano? - el hombre canoso muestra una cara de extrañeza.

- Sí, no consumo nada animal.

- ¡La madre del...! ¿Te sobra el dinero verdad, niño?

- No. - La cara del melenudo no ha cambiado de expresión en toda la conversación. - El caso...Sólo puedo hablar por mí mísmo, pero creeme: también actúo contra otras injusticias mientras otros...se entretienen en otras cosas. - Miró a su alrededor. Nadie parecía haber percibido la sutil ironía.- Que un problema sea menos importante no significa que no deba ser solucionado; así como una vida fácil no justifica una muerte violenta.

- Sí, solidario, pero esto no es un problema. - Dice el gordo del fondo con voz queda. - Es una tradición que llevamos haciendo desde siempre.

- No digas eso. - interviene el chaval taurino - Sé con qué va a salir.

- ¿Con qué? - El melenudo por primera cambia de cara: ahora está interesado y fija su mirada en el chaval.

- Con todo el rollo de que las tradiciones no tienen por qué ser buenas. Me pondrás como ejemplo el circo romano o algo así. - y añade - No eres el único antitaurino con el que he discutido. Todos andais ahí...con vuestro bienpensar...¿No os dais cuenta de que el toro no tiene ningún interés comercial aparte?

- Los linces tampoco. ¿Deben extinguirse por ello?

- No, pero es mucho más fácil que una especie se extinga si no sirve para nada. El toro de Lidia únicamente se utiliza para eso. - y prosigue con cierta ironía - O que propones...¿criarlos porque sí?

- No creo que... - empieza el melenudo.

- ¡Viven a cuerpo de rey! ¿Qué mas quieres? - Se oye una voz femenina.

- No creo que sea necesarios criarlos, simplemente crear espacios protegidos. Lo de la raza de Lidia no está demostrado y, de ser cierto, seguiría sin justificar nada. - Y se gira hacia donde había venido la voz - Y si tan buena es su vida llena de comodidades ¿por qué no lo deseamos para nosotros?

La mujer se incorpora y varios hombres se apartan para que se la vea: "Pero ¡vamos a ver! ¡que son animales! ¿A tus lechugas no les duele o qué?"

- No, a mis lechugas no les duele porque no tienen sistema nervioso. - El joven espera unos segundos a ver si la mujer le rebate y, al ver que no, sigue. - El diferenciar entre animales y humanos es el resultado de la Biblia y la Escala Naturae de Aristóteles. - Se vuelve hacia el chico, tal vez considerando que es su único adversario - La primera tiene un Dios exclusivamente humano y una concepción antropocéntrica de la naturaleza. La segunda sitúa al hombre en lo más alto de la vida. - Se oye un comentario anónimo de "¡Para que comentaste nada, macho!".

- Es que está en lo más alto. ¿No hemos colonizado todo el planeta? - responde el chico.

- Sí, y estamos destruyéndolo gracias a ello.

- Sólo las culturas primitivas consideran seres humanos y animales como iguales. Lo del cristianismo es un progreso.

- No comparto lo de "primitivas" pero sí. Y precisamente por ello, son las que más respetan el medio ambiente.

- Pero...¿y a qué precio? Además, me dirás que no utilizaban a los animales. Si no, mira como saltaban a los propios toros en Creta o criaban ganado.

- Reitero que la tradición no legitima nada por sí sola.

- ¿Y los puestos de trabajo sí legitiman? - Poniendo énfasis en el "legitiman". - Te recuerdo que muchísima gente vive de nuestro arte.

- Los verdugos también vivían gracias al matar y mucha gente lo hace hoy vendiendo drogas. Defender la tauromaquia implica hacerlo también con cualquier actividad que se base en causar mal a terceros. - un rumor malhumorado se eleva y la voz del joven con él - Además, con las subvenciones que reciben se podría subsanar fácilmente esos puestos de trabajo y...como decías antes...a otras cosas como el paro. - Imitando el acento anterior.

El rumor crece y alguien exclama "¿Estos? Pretenderán darles derechos y todo. Están locos. Dentro de nada como nos descuidemos tendremos que verlo a escondidas." El joven lo escucha e interviene, encantado de crear polémica.

- Antes, sólo unos pocos locos pensaban que los esclavos negros merecían libertad, respeto y derechos. Con el tiempo, la gente se fue dando cuenta de que existen más cosas que nos unen que las que nos separan. - hace una pausa y, al ver que su voz no se escuchaba entre el ruido exclama - ¡Pues claro que queremos darles derechos!

El hombre de canas interviene mientras el joven se acerca a la puerta del bar.

- ¡Digais lo que digais, os quejais por vicio!. Si no os gusta, no vayais ¡y ya está!

- Eso es como decir que con estar en contra del Holocausto era suficiente: con posicionarse no basta. - Y por primera vez en toda la conversación, el melenudo sonríe. Sale del establecimiento dejando a sus clientes dándose la razón acaloradamente los unos a los otros y quejándose de los independentistas. Tiene que ser coherente consigo mismo: su próximo destino es la Manifestación antitaurina de Callao. De momento, saca su pancarta que reza "Si el toreo es arte, el canibalismo es gastronomía" mientras piensa distraídamente que a niguno de los taurinos debería extrañarle que su hijo pequeño intente atravesar gatos callejeros con alambre.

sábado, 27 de febrero de 2010

De "socialistas" y otras mentiras

Es bastante triste pensar que muchas de las medidas que toma la clase política y los objetivos en los que se basan son parches con los que, además, no se tiene muy claro por qué es deseable conseguir lo que se pretende. No me gusta hacer afirmaciones a la ligera sin justificarme, y no se me ocurre mejor ejemplo que el gabinete socialista que conforma el ejecutivo. No voy a basarme en argumentos sobre la ruptura de la unidad nacional, su relación con la crisis o cotilleos como sus rezos junto a Obama (si me opongo, al menos que sea de forma real y razonada).

Aunque a uno no le gusten los medios de difusión convencionales, es imposible no irse enterando de lo que hace y deshace el gobierno de tu país (proximamente incluiré una reflexión que puede explicar por qué me baso parcialmente en ellos a la hora de alabar o criticar). Y aunque la mayoría de lo que se dice sea mentira o verdades a medias, un análisis crítico y que no se quede en la superficie permite sacar conclusiones propias. Yo he llegado a la mía: son unos hipócritas.

¿Que por qué? Porque se intenta adaptar erróneamente los postulados típicos de los movimientos sociales al bipartidismo dependiente de empresas y del poder económico. El resultado no agrada a nadie y descalifica a las verdaderas propuestas activistas:

- El feminismo ha sido ridiculizado con la paridad obligatoria en las listas electorales y en la Administración. En lugar de confiar por igual en las capacidades de hombres y mujeres, parece que las de estas últimas son menospreciadas y por ello se hace necesario un porcentaje obligatorio que las compense.

- La Alianza de Civilizaciones ha demostrado ser una de tantas palabras vacías. El partido que antes criticaba desde la oposición el genocidio irakí ahora se contradice matando en Afganistán (aunque se lo retrate como una misión humanitaria). Su aparente pacifismo no era más que pragmatismo electoral.

- Se prometió no recortar derechos sociales aún pudiendo ser útiles (para continuar el absurdo crecimiento continuo) y justificables (bajo el prisma de la emergencia en tales circunstancias). Su pose socialdemócrata ha quedado demostrada tras su propuesta de retrasar la edad de jubilación: una reforma temporal que pretende aplazar la estafa de Madoff en vez de cambiar de sistema.

- "La tierra no pertenece a nadie, salvo al viento" afirmó Zapatero el diciembre pasado, convirtiéndose en un indio trajeado durante esos segundos. Los internacionalistas no sabemos qué pensar de algo tan ambiguo: ¿permitirá el libre paso de personas al igual que sucede con mercancias y capitales? ¿destruirá las fronteras? ¿abolirá el Estado o la propiedad privada? (ironía)...¿O simplemente era palabrería para quedar hippie? (realidad).

- Al igual que Barack, al parecer ahora son relativamentes críticos con los mercados financieros tras salvar a los bancos de su derrumbe con dinero público. Cerciorarse de los fallos (ajenos y propios) está muy bien pero, ¿no habría sido mejor escuchar y actuar antes? O mejor dicho: en una hipotético nuevo coletazo de la crisis...¿qué nos asegura que el que venga después no volverá a hacer lo mismo? La crítica no se ha transformado aún (ni probablemente lo hará) en palabras.

- Finalmente (por ahora), el toque ecologista viene de la mano de la ley de economía sostenible. Demuestran estar tan puestos en materia medioambiental que aún creen que conceptos como "aumento de la competitividad" o "crecimiento" casan con "sostenibilidad". Una apuesta modesta por las renovables, la revitalización de las infraestructuras asociadas al transporte (conservando un modelo descentralizado y contaminante de ciudad) y los cuestionados bonos de carbono son medidas insuficientes, cuando no incongruentes con lo que se pretende lograr.

Solo queda preguntarse: ¿En qué creemos? ¿Qué estamos consiguiendo?

miércoles, 17 de febrero de 2010

PIB: Permite Ignorar Barbaridades


El PIB es la suma de todos los bienes y servicios final que produce un país o una economía producidos por empresas nacionales y extranjeras dentro del territorio nacional que se registran en un periodo determinado.

Un camionero se dedica a importar vino desde Champagne a Barcelona. Durante su viaje, para cada día en 3 ocasiones en distintas hostales y bares de carretera para comer, dormir y llamar a su familia. Ya de paso, se compra un paquete de tabaco para sentirse menos solo entre humo.

El camionero odia su trabajo: sus jefes le pagan una miseria. Por ello, se ve obligado a trabajar casi todo el año. Sin embargo, tal como están las cosas, se convence a sí mismo de que tendría que estar agradecido y rezar porque le hagan fijo.

Lo que peor llevaba hasta hace unos años era el verano: miles de franceses se echaban a las carreteras durante las vacaciones para poder disfrutar de la fracción de playa que les correspondía y, más tarde, emprender el camino a casa entre lamentos. Parece que la cosa se saneó un poco con la construcción de una nueva autopista de seis carriles que cruzaba el país de Alsacia a Aquitania.

Cada vez que se cruza con un accidente, nuestro protagonista piensa en sus hijos y se compromete a conducir con cuidado. Hace tiempo que se dio cuenta de que la promesa se cumple de manera inversamente proporcional de la distancia que le separa con su familia: le resulta imposible no correr con tal de estar un poco más a su lado.

Un día, abrumado por las circunstancias, el camionero decide mudarse con los suyos a Galicia. Allí, su primo trabaja en una cantera recién inaugurada y puede asegurarle un puesto de trabajo. El sueldo no es gran cosa, pero al menos no tendrá que estar como un nómada semanas enteras.

Al ver por primera vez la excavación, al ex-camionero se le hizo un nudo en la garganta: habría pensado que se trataba de un impacto de meteorito si no hubiera sido por los operarios del fondo que continuaban detonando el terreno. Al cabo de dos semanas, ya estaba terminada y había tomado una forma escalonada para evitar desprendimientos. Fue entonces cuando los vehículos y trabajadores
se adentraron en ella y comenzaron a trabajar. La situación económica del nuestro protagonista mejoró y hasta pudo comprarle un móvil con cámara a su hijo.


Esta historia puede dar la sensación de que al camionero las cosas terminaron yéndole bien y que el capitalismo puede no ser tan perverso si uno se esfuerza lo suficiente y vota a los socialdemócratas para que les den las migajas monetarias del Estado. Hoy no es mi intención discutir sobre ello, sino ver cual es el balance del trasfondo que muchas veces se (nos) escapa. Lo haré centrándome en el PIB, uno de los principales indicadores económicos:

- El recorrido de Champagne a Barcelona provoca mucha más contaminación que si el vino fuera local o regional. Sin embargo, el encarecimiento del precio proporciona mayores beneficios a la empresa que lo vende (aumento del PIB francés). Estos beneficios pueden, por qué no, ser empleados en publicidad para ampliar el radio de la distribución espacial de los consumidores (emitiendo más gases contaminantes).

- La longitud del recorrido (contaminando los correspondientes 800 kilómetros) hace, a su vez, que el camionero se gaste su dinero parando en los hostales que encuentra por el camino. El consumo asociado a este servicio aumenta el PIB del país en el que se encuentre el establecimiento. Si utilizamos como medida el PNB (Producto Nacional Bruto) y desayuna en un McDonald´s, el incremento se produce en Estados Unidos.

- El paquete de tabaco que el camionero consume puede ocasionarle un cáncer a medio/largo plazo. Su equivalente extranjero que viva en un país sin medicina pública, probablemente tendría que verse obligado a pagar un seguro privado para tratar la enfermedad, en cuyo caso la compañía apercibiría unos beneficios que también aumentarían el PIB y el PNB.

- El hecho de que el salario del camionero sea reducido permite no tener que subir el precio en exceso debido al transporte; sin renunciar a los potenciales clientes "lejanos". Los beneficio de las empresas se contraponen al poco sueldo y a las muchas horas del trabajador, que es considerado una mera materia prima, un medio para el fin del crecimiento económico a toda costa
(al fin y al cabo, pueden permitírselo: casi siempre habrá otro más necesitado dispuesto a aceptar el empleo). Los indicadores económicos tradicionales se posicionan priorizando el objetivo económico, aunque vaya acompañado de un deterioro en las condiciones laborales.

- La construcción de cualquier infraestructura tiene un impacto ambiental, aunque este puede variar ampliamente. En el caso de la autopista de seis carriles que, en la historia, cruza Francia de norte a sur, no hace falta aclarar cuál será la magnitud del daño ecológico (¿o sí? fragmentación de poblaciones, destrucción de los parajes naturales que suponían un obstáculo,
emisión de contaminantes...) . Sin embargo, su construcción y posterior utilización que permite a los franceses recorrer el país y abarrotar las zonas turísticas (con la consiguiente construcción de nuevas y su influencia negativa sobre el ecosistema costero) hace subir el PIB y el PNB.

Además, la ampliación de la red de carreteras también podría retroalimentar positivamente el tráfico de vehículos. Me explico: a más carreteras, menos atascos y más gente que se decide a ir a todos los lados en coche (además de aberraciones profundamente anti-ecológicas como los centros comerciales en las afueras). A este aumento del volumen del tráfico le correspondería una mayor demanda de vías de transporte. Al Estado y a las empresas les resulta indeseable parar esta dinámica.

- Los accidentes pueden provocar roturas en los automóviles o el daño o muerte de personas. En cualquier caso, a los ojos del PIB son algo bueno: implican la reparación del vehículo en el taller y si mueres probablemente tus familiares paguen a una funeraria.

- La cantera y, por extensión, la explotación de recursos naturales, proporciona ingresos a empresas madereras, mineras, pesqueras, petroleras...(sobre todo a estas últimas). Sin embargo, pueden dar lugar a importantes impactos ambientales (por el propio proceso de extracción, los residuos, etc.) o al deterioro de las poblaciones circundantes (más si se trata de comunidades indígenas, dependientes directamente del medio y con menos derechos que el resto).

El PIB es un parámetro que indica el crecimiento económico asociado al progreso y justifica la destrucción medioambiental si esta implica obtención de recursos. Además, esta conlleva aún más ingresos si se trazan planes de recuperación o rehabilitación (nunca de restauración completa: una sucesión biológica que llega al clímax en cientos o miles de años no puede regenerarse a corto y medio plazo, por muchos esfuerzos que se pongan en ello).

- Por último, el móvil con cámara no es más que una muestra de la tecnología dudosamente necesaria que nos proporciona el progreso y nos vende a través de la
publicidad. Cabe la posibilidad de que buena parte lo hayan fabricado en China alguno de esos esclavos contemporáneos, subiendo el PIB del país con sus esfuerzos (aunque el dinero vaya a Finlandia). A esto habría que añadir su contrucción con materiales no biodegradables y el largo transporte hasta Europa.


Espero haber proporcionado una visión más amplia. El hecho de que uno de los indicadores del éxito económico de un país sea parcial, erróneo y deje bastantes aspectos negativos de lado explica bastantes cosas. A bote pronto, se me ocurren algunas como:

- Que legitima el afán desarrolista, ignorando incluso las consecuencias negativas (ambientales y sociales) más graves.
- La apropiación por parte del mercado de cada vez
más aspectos de nuestra vida. Al fin y al cabo, todo lo que no implique compra-venta (como el trabajo doméstico, la reutilización de productos o el compartir) no solo no existe, sino que entra en conflicto con lo que el PIB cree positivo.
- Derivado de lo anterior estaría la privatización de lo común, incluida la propia res pública (aspecto que será tratado próximamente en El Sistema).
- El PIB ni siquiera diferencia si hay desigualdades importantes en conceptos de renta: pues la población puede dividirse en muy ricos y muy pobres dando un valor medio.

Para terminar, dejo un extracto que habla de los alternativos indicadores ecológicos, encontrado en una interesante entrevista de Vamos a Cambiar el Mundo.

¿Qué piensa usted de la noción de “huella ecológica”?
Es precisamente una idea que se presentó en un congreso de economía ecológica en 1992. Su iniciador fue William Rees, un ecólogo que había trabajado en una región llamada La Raya, entre Cuzco y Puno, en el altiplano peruano. Luego fue profesor de ecología urbana en Vancouver e inventó un indicador que sintetiza cuatro criterios: la cantidad de tierra necesaria para producir una cantidad dada de alimentos, la cantidad de tierra necesaria para producir madera para construcción o papel, la cantidad de tierra pavimentada o cubierta de construcciones y el cuarto sumando consistía en cuánta tierra virtual haría falta para absorber el dióxido de carbono que produce la actividad humana. A partir de esos cuatro criterios, Rees calculó que un habitante de Vancouver utiliza de promedio cuatro hectáreas de tierra para su reproducción económica, mientras un habitante de la India utiliza media hectárea. Esto quiere decir que desde el punto de vista ecológico, la superficie de Vancouver es mucho más grande de lo que parece a primera vista. Yo creo que Rees concibió la huella ecológica como un concepto interesante para tener una idea del impacto de la actividad humana pero nunca pensó que su idea tendría tanto éxito.
Tenía un estudiante suizo de doctorado llamado Mathis Wackernagel, quien difundió la idea y la convirtió en una verdadera industria académica. El lado bueno de esa enorme difusión es el carácter pedagógico de esa representación espacial, que impacta mucho a la gente. Pero el lado mas discutible es que la noción de huella ecológica mezcla dos cosas: el consumo real de espacio destinado a la producción de alimentos o de madera para la construcción (un carnívoro consume más espacio que un vegetariano*, por ejemplo) y el consumo virtual de un espacio que hipotéticamente podría absorber el dióxido de carbono. El problema es que el dióxido de carbono se acumula en la atmósfera y no es absorbido por una superficie vegetal virtual. El verdadero problema es el cambio climático. No es que necesitemos otro planeta porque no hay otro planeta. La idea de utilizar dos planetas es una metáfora que tiene límites. Nuestro consumo excesivo de carbón, petróleo y gas es un problema de tiempo, de un uso demasiado intensivo en un periodo de tiempo muy corto, más que de espacio. La metáfora espacial puede ser muy atractiva para la gente, pero técnicamente a mi no me convence. Tampoco me convence la idea de que se pueda expresar todo el impacto ecológico en una sola cifra, creo que necesitaríamos de al menos tres o cuatro cifras distintas. Por ejemplo, el cálculo de los flujos de materiales. En Ecuador son cuatro toneladas por persona al año, lo calculó Maria Cristina Vallejo en una tesis publicada por la Flacso. En la Unión Europea estamos a 16 toneladas por persona al año. En términos de intercambio, Ecuador exporta 1,8 toneladas de materiales por persona al año e importa 0,3 toneladas. En la Unión Europea es exactamente al revés, importamos casi cuatro veces más de lo que exportamos. Es un buen indicador del intercambio desigual entre Norte y Sur. Otro indicador interesante es el de la apropiación humana de la biomasa, que en ingles se llama HANPP (Human Appropriation of Net Primary Production). Se trata de la proporción entre la biomasa usada por los seres humanos y la cantidad potencial de biomasa que seria generada si no hubiera humanos.

Es un indicador de pérdida de biodiversidad, pero también se puede usar para analizar conflictos relacionados con recursos. Por ejemplo, en Ecuador, el conflicto entre los habitantes del ecosistema de manglares y las empresas camaroneras que producen larvas para la exportación. Cuando el manglar se conserva hay mucha biomasa y los humanos aprovechan una pequeña cantidad de ésta, un poco de conchas, de cangrejos y de madera. Pero cuando la camaronera destruye el manglar, consume mucha biomasa sin reponerla. Lo mismo ocurre con el bosque amazónico cuando lo sustituyen por cultivos de palma africana para producir aceite.


*
Consúltese Decrecimiento cárnico.

sábado, 6 de febrero de 2010

El Sistema (VII): La democracia


NOTA: Esta entrada parte del supuesto de que has leído la precedente: El Sistema (VI): Los medios de comunicación. Si no es así, el texto que viene a continuación puede que resulte demasiado incoherente, incluso para esta página.

Por si alguien piensa lo contrario a través del título, cabe aclarar que, para mí, la democracia no tiene connotaciones negativas y es algo muy deseable. Sin embargo, cabe diferenciar dos tipos de democracia: la actual y la real.

La democracia, etimológicamente es el "gobierno del pueblo". Sus orígenes más aceptados se remontan a la cultura griega, si bien es posible que en otras culturas ancestrales ya hubiera formas tribales de asamblearismo (como en el caso de los celtas). En cualquier caso, la participación era limitada: en Atenas sólo podían participar los adultos varones atenienses de nacimiento que hubieran terminado su entrenamiento militar, en otras culturas únicamente los hombres más ancianos, etc.

A finales de la época antigua, las democracias europeas se encontraban en declive. Con la extensión de la monarquía electiva, más tarde del feudalismo, el autoritarismo, el absolutismo y el despotismo, un grupo cada vez más reducido de personas se arrogaron el derecho a gobernar. "Todo para el pueblo, pero sin el pueblo" y "El Estado soy Yo" eran los lemas de los monarcas dieciochescos.

Llegó un momento en el que la situación se había prolongado demasiado. La burguesía (plebeyos adinerados) comenzó a cansarse de tener que comprar títulos para poder ascender de estamento. Fue así como surgió el pensamiento ilustrado, que más tarde se materializaría en los recién independizados Estados Unidos de América, la Revolución Francesa y todas las revoluciones liberales burguesas. La sangre dejó de tener importancia y la riqueza convirtió en el único (e incuestionable) factor de peso a la hora de discriminar.

Durante los siglos siguientes, el Estado Liberal ha ido consolidándose en todo el mundo frente a otras formas de gobierno totalitaristas o libertarias. Primero con sistemas de representación indirectos, después con sufragios censitarios y más tarde, universales, la democracia se ha extendido ampliamente y, hoy en día, parece haber alcanzado su mayor cota de perfección.

En efecto, lo parece.

Sin embargo, hoy la participación se encuentra muy limitada. Se acepta como demócrata que la aportación del ciudadano medio al gobierno de su Estado sea votar una vez cada 4 años; con pocas posibilidades de influir más allá que lo que esta delegación puntual se refiere. Además, dicho voto ni siquiera aportará el contenido total de lo que la persona considere correcto en un tema concreto, pues el sistema se basa en la otorgación de legitimidad a una serie (en la práctica, sólo dos) de organizaciones jerárquicas y disciplinadas, que pretenden reforzar su propia cohesión alienando a sus militantes, que lo aceptan gustosos.

Por otra parte, puede parecer que la creación de otros partidos hasta abarcar el máximo número de puntos de vista posibles es la solución más lógica. En la práctica, esto es una opción realmente limitada: los dos partidos mayoritarios se suceden el uno al otro gracias al uso propagandístico que hacen de los medios de comunicación que les tocan por estar en el poder y las instituciones coercitivas (también a través de otras, como los colegios). Así, se produce un bipartidismo aparente que muchos afirman que caracteriza a las democracias maduras. Resulta revelador que las opiniones de este tipo se suelen acompañar de connotaciones positivas (ya saben: no se nos vayan a subir a la chepa las minorías peligrosas y radicales).

La adjetivación del término bipartidismo, así como la cursiva, no son casuales. En efecto, podemos afirmar que en la mayoría de los sistemas democráticos actuales hay una tendencia a que el mayor número de escaños sean acaparados por dos partidos. Ahora bien, ¿son realmente antagónicos?¿tienen características ideológicas y de criterio marcadamente diferenciadas?. En mi opinión, sus metas y propuestas definitorias van convergiendo en un intento de acaparar algunos votos del oponente. ¿Es esto realmente preocupante? Bueno, si no te sientes identificado con el resultado de esa convergencia, sí.

¿Y cómo se sustenta el bipartidismo aparente? En un principio, el planteamiento es que el propio sistema lo favorece al establecer un porcentaje mínimo de votos para gobernar y sistemas de recuento que facilitan el ascenso al poder exclusivamente de las mayorías. A esto podemos unirle el hecho de que ciertas elecciones sean a niveles amplios de territorio y competencias por lo que la gente, engañada con los difusos conceptos de izquierda y derecha, prefiere votar al partido mayoritario en apariencia de la misma parte del espectro que al que más le atrae (o los cabezas de partido con mayor carisma). Paradojas del voto útil: importa más quien pierde que quien gana.

Es destacable el cortoplacismo que origina la democracia representativa. La gran mayoría de las medidas que se ponen en marcha están orientadas a finalizar antes de que acabe la legislatura, con el objetivo de poder ganar las próximas elecciones. La ausencia de resultados inmediatos o el terminar los proyectos en una legislatura en la que otro esté en el poder hacen creer a la población que algo no funciona correctamente o que ha sido otro partido el que impulsó la iniciativa, respectivamente. Por ello, se intenta mantener un ritmo de trabajo muy rápido y proponer objetivos que puedan ser cumplidos antes de 4 años. Es un factor que ayuda a descartar la presencia de medidas realmente radicales que requieran un tiempo largo de implantación o aquellas que afecten positivamente a las generaciones futuras (como sucedería con el ecologismo verdadero, no con los parches ambientales que acaban implantándose).

Ya he mencionado antes de pasada la disciplina interna (alienación al fin y al cabo) a la que son sometidos los partidos para gozar de coherencia, es decir, que cada diputado no vote contradiciendo lo que su PP o PSOE representa. Sin embargo, no hay que olvidar que votar significa elegir una serie de políticas predeterminadas, no opciones concretas (al contrario que los referéndums, por ejemplo). La alienación es, pues, por partida doble: de los políticos y de los votantes. Por así decirlo y desvariando bastante: la democracia representativa es un restaurante de comida rápida donde los clientes podemos elegir entre perritos calientes y hamburguesas; los veganos han de quedarse sin comer.

Ante esta desesperanzadora (según para quien) situación, hay dos opciones realmente factibles:

- Convertirse en un incondicional de uno de los dos partidos del sistema de oligarquía elegida. Las ventajas residen en que realmente las mejoras reales que implemente tu opción política dan igual: puedes criticar (insulsamente, no vayas a volverte radical y perder el apoyo de las empresas) mientras gobierna al otro partido basándote en sus múltiples errores. Al cabo de una o dos legislaturas, el tuyo subirá al poder con muchas promesas incumplidas y errores evitables que servirán al adversario para derrocarte. Así una y otra vez. Ni siquiera es necesario esforzarse: mientras no se planteen reformas que molesten a los de arriba, estos garantizan una buena propaganda y cobertura mediática.

- Estudia derecho o ciencias políticas; si tienes ingresos como para costearte una universidad privada no dudes en hacerlo: es un buen lugar para comenzar tu desconexión con la realidad diaria de la ciudadanía. Interesate por la política y esfuerzate en llegar al puesto más alto posible dentro de uno de los dos partidos mayoritarios, pues de ello dependerá la cuantía de la pensión que te corresponderá al retirarte. Además, si eres diputado, no tienes la obligación de acudir al Congreso demasiado a menudo...únicamente en los ratos libres.

Es innegable que la delegación de poder periódica fragmenta a la población. Los políticos más destacados cuentan con unos sueldos bastante destacables que, sin embargo, en ocasiones, no logran aplacar su avaricia y se dan casos de corrupción. No obstante, estas críticas están fundamentadas en desviaciones de la propia base teórica del sistema y, por lo tanto, no son demasiado válidas. Sí es válida, por ejemplo, la crítica a la existencia de fianzas que, al fin y al cabo, no son más que una forma de compra por los males cometidos contra la sociedad civil, pero eso es otro tema.

Como punto final, invito al lector a reflexionar. ¿Cuántas de las decisiones que toma la clase política nos benefician? ¿Cuántas les perjudican a ellos? ¿Quienes redactaron la Constitución por nosotros? ¿Qué les proporcionó el derecho a hacerlo sobre el resto de la ciudadanía? ¿Nos han preguntado qué modelo de Estado (o ausencia de este) queremos? ¿Hay formas reales y eficaces de hacerse de notar fuera de los dos partidos mayoritarios? o mejor dicho: ¿Estamos condenados a que nuestras ideas sean representadas por otros?


Tras hablar del pan, el circo y el foro de nuestra sociedad post-industrial, en las entradas posteriores (más breves) haré un breve repaso sobre el funcionamiento interno de la democracia representativa: la absorción de la política por parte de la economía y la burocracia son algunos ejemplos. También inauguro la sección La contra, en la que intentaré aportar y defender algunas alternativas a los modelos que se nos imponen desde arriba.