miércoles, 21 de abril de 2010

Problemas, negación y proyección

¿Vacío existencial? Una actitud egoísta, habiendo tanto que cambiar.

Acerca la óptica y masca realidad fuera de la pequeña pantalla. Degeneramos y somos cada vez más útiles, como un cuchillo es útil a la hora de atravesar la piel, de cortar materia orgánica que hace algunos días formaba parte de una conciencia. Nuestra naturaleza humana se revela como algo determinante, puesto que ya no podemos elegir. La violencia se justifica por naturalidad y tradición. El egoísmo se auto-legitima por lo antiguo del sentimiento. El cambio de mentalidad es tachado de utópico o se interpreta como algo totalitario. A veces no falta razón. Deberíamos tener el derecho a equivocarnos y no el de robar a los otros ese derecho. Los límites están en la libertad, concepto abstracto y engañoso como ninguno, pues una libertad sin objetivos no es tal: es ocio.

La conducta es arcilla en las manos del que te cosifica. Del que te utiliza para sus metas y tu bienestar le da igual. Sólo eres un número, una parte ínfima de una estadística que pretenden dirigir como si fueran dioses terrenales. Como si no fuera una compleja superestructura de carbono como tú o yo, ni tuviera el mismo sistema nervioso. Poseen un órgano especial llamado Poder, transplantado a base de votos. Tú solo eres uno de tantos que ha renunciado a sus sueños y se somete a un trabajo asalariado, tomando pastillas, intentando creer que esta es la mejor vida que se puede llevar ¿Para qué? Para permitir que tu país escape hacia delante violando al futuro en la Tierra, para que tu vida esté legislada hasta el último aspecto, para que te cobren por disfrutar y te miren raro por pensar.

Los que tienen Poder creen poner freno a lo que consideran malo haciendo leyes: mero parche que sacia la sed de venganza de las masas hipnotizadas por los sucesos y la prensa amarilla. En su totalitaria pero estrecha mente no cabe que quizá sea más efectivo eliminar la desigualdad y enfatizar en el valor del respeto por el otro. O quizás si cabe, pero siempre será más rentable hacer de la violencia cultura, convertir en héroes a los que la utilizan y justificar daños colaterales. Y son ellos los que poseen el monopolio oficial de los juicios éticos y lo más importante, de imponerlos. Ahora entiendo muchas cosas.

La vida pasa de refilón y todos queremos ir más rápido. Vivimos imaginando el mañana y recordando el ayer, porque el hoy es una mierda. La humanidad es una balanza trucada. Un niño cadavérico muere en Etiopía por no tener qué llevarse a la boca. Al día siguiente, en el Ahorramás de un barrio indeterminado, echan lejía a los restos de comida, para que a nadie se le ocurra llevársela a la boca. Los padres se matan día a día para financiar sin saberlo los vicios destructivos de sus hijos. Lo verde deja paso al cemento. Las personas ya no se fascinan mirando las estrellas, eclipsadas por las marquesinas y letreros de neón que prometen cientos de placeres sintéticos, fabricados al por mayor.

Al llegar a casa, no quedan ganas de nada. El tiempo terminó por ganar la carrera. Un polvo a la semana y olvidate de ser tú mismo más allá de esas cuatro paredes, más allá de esa persona. Fórmate en política con La Noria. Pronto aprenderás a ser feliz viendo como las familias televisivas se abrazan, mientras en la tuya se manda callar cuando empieza la serie.

La gente ya no es lo que era, limítate a tu círculo y no les saques de su burbuja si no quieres acabar mal. Te tachan de idealista. Te invitan a que vivas la realidad que ellos experimentan día a día, para demostrar que tu filosofía no llena bocas: que venderías a tu mejor amigo por conseguir un sueldo mayor. Son cosas de cajón: el dinero permite comprar esos productos que tanto te han hecho desear asociándolos con la felicidad y el placer. El daño ambiental o social de detrás da igual. Se un buen ciudadano y consume, fomentarás que mucha gente trabaje y pueda hacer lo mismo. No es necesario amargarse, vida sólo hay una y para que unos estemos bien, otros han de pasalo mal. Simplemente es así. El Estado y el mercado ponen a tu disposición todo lo que quieren que necesites: consumo, circo, consumo, circo, consumo, circo...¿Para qué más? ¿Tomar las riendas de tu vida? Seguramente no podrías soportar tanta libertad. Ser dueño de ti mismo es lo peor que te puede pasar.

Debemos sentirnos orgullosos de nuestra patria. No son las personas las que construyen hospitales y atienden a los pacientes, no. Es el Estado con sus subvenciones el que crea la inclinación de estas personas. Es Esperanza Aguirre, que tiene los pies en la tierra y lucha porque deje de ser así: por eso asfalta con carreteras hasta el último rincón de la Comunidad. La M-120 está en camino. No te extrañe que debamos guardar respeto a nuestro gobernantes. La gente común no tiene ideas propias, y es provechoso que así sea: dejamos el camino libre a los que quieren nuestro bien. A los que nos idiotizan y enfrentan entre nosotros, pero que quieren nuestro bien. Si no nos enfrentaran entre nosotros, seríamos tan estúpidos de ir a por ellos. No nos conviene. Tú deja que otros piensen por ti, vota y arrima el hombro. Pero no te confundas; arrima al hombro sólo con los de aquí. Así no dejamos pasar a los que vienen a robarnos el trabajo y a delinquir.

La libertad en el asfalto está bajo fianza. Nadie te obliga a permanecer aquí y esclavizarte por un sueldo, pero no hay donde escapar. Todo terreno ya ha sido asignado. Queremos espacios donde poder trabajar para vivir y no al revés, donde cooperar de forma horizontal, donde ser los únicos que decidamos en base a nuestra moral. Crear arte para crear-nos, experimentar amaneceres sin horarios y sin rutinas junto a nuestros semejantes. Unirnos voluntariamente con quienes nos sintamos identificados y respetar a los diferentes en lugar de intentar acabar con ellos. Al fin y al cabo, nuestras diferencias sólo destacan por externas y curiosas, mientras que las semejanzas son más, pero hoy el mundo las ha olvidado. Damos por hecho que todo el mundo ama y lo consideramos irrelevante para centrarnos en ideologías y culturas. Es simplemente absurdo.

Quiero lo imposible: no para frustarme al no conseguirlo, sino para alegrarme al acercarme con cada nuevo éxito. No quiero estar atado a convencionalismos sobre los que nadie me ha pedido opinión, ni que cualquier neoliberal pragmático que tengamos por gobernante intente representarme. Soy consciente de que la felicidad absoluta no existe, al igual que sucede con la libertad, pero eso no importa: siempre hay algo que mejorar. Negar esto es sinónimo de conformismo o ignorancia.

Cada persona más feliz y más libre es un nuevo paso que anima a continuar. Si no depende de nosotros cambiar las cosas ¿de quién entonces? La semilla del cambio está en nuestra conducta. Lo bonito es luchar aunque sepamos que no veremos los resultados, aún siendo consciente de que, en último término, cada uno de nosotros estamos y seguiremos estando en minoría; viviendo nuestras correspondientes "siete soledades" (Nietzsche)...y media.

Que cada cual se libere a sí mismo o siga pres@ del auto-engaño. Los derechos se ganan o pierden, pero no son estáticos: pueden aprovechar cualquier descuido para arrebatárnoslos. Hoy día, me conformaría con que las pantallas se apagaran durante 1 hora semanal en la cual mentes se pusieran a funcionar. Pero no interesa: por eso hay televisiones en el metro.


* No sé si soy un demagogo por apelar a los sentimientos o un vitalista por darles importancia a la hora de configurar mi discurso. En cualquier caso, este nuevo formato es el inicio de una nueva categoría ("Desde mi realidad individual") en la que incluiré escritos realizados sin pararme a corregir y procurando no pasar por el filtro de la razón.

miércoles, 14 de abril de 2010

La Contra: La democracia directa


Hoy se cumplen 79 años de la proclamación de la II República. Muchos nostálgicos y una mayoría que no vivió en ella, pero que la evoca como una Edad de Oro, celebran eventos en su honor (como la paella de mi barrio el sábado pasado). Sin embargo, yo no logro comprender por qué se aspira a reinstaurarla. Es cierto que los avances sociales fueron bastante adelantados a su época, pero se tiende a olvidar que la conflictividad presente en la sociedad (sobre todo en vísperas de la guerra civil) era impresionante. Pero eso es lo de menos.

Lo que realmente no me convence es qué ganaríamos si la declararamos ahora. Suele ser la izquierda la que piensa que, de ser así, tendría un caracter acorde a sus ideologías. Sin embargo, en abstracto, no va implícito en el término - el término actual, pues hasta los borbones del XVIII lo utilizaban para designar su despotismo. Según la RAE, una república es un tipo de "
Organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período determinado.". Así, nada impediría que la República volviera reencarnada de derechas, con su respectivo presidente del PP. Habrá quien comentará que en eso se basa la democracia, en que cada partido vaya imponiendo a su ideología/candidato cuando le sea posible hasta ser relegado por otro, con la legitimidad que proporciona el voto. Discrepo profundamente:

- Aún dejando aparte que la acumulación de poder es más proclive a la corrupción (puesto que el dinero puede comprar a las pocas personas que lo ejercen en ese momento, mientras que si fueramos todos o directamente no hubiera poder, no existiría ese peligro) ¿Qué evita que durante los años que se le otorga, el gobierno no actúe de espaldas a los ciudadanos? Supuestamente, el temor a no ser reelegidos. Por eso es mejor intentar que no se note, hacerlo poco a poco o desviar las críticas hacia la oposición, procurando no superarla demasiado en decisiones catastróficas. Si a esto le sumamos el bipartidismo, el temor se disipa: tarde o temprano les volverá a tocar, apoyándose en los abstractos conceptos que tiene la gente de "representación" y en que, en 4 años, el opositor tiene espacio para cagarla bastantes veces. Todo lo anterior es perfectamente aplicable a la figura del Jefe de Estado.

- "Democracia representativa" es un oxímoron. "Democracia" significa gobierno del pueblo, sin embargo, los que gobiernan son sólo una pequeña fracción de este: los políticos. En el caso del republicanismo sucede algo parecido, solo que con el tema de la representación. Una sola persona pretende hablar en nombre de los que menos suele conocer por su propia posición social. Monarquía o república no son más que dos formas de caer en el mismo error: creer que alguien externo tiene derecho temporalmente - una vida, una legislatura - a representarnos o a decidir por/sin nosotros y condicionar nuestras vidas.

- Hay quien cree que una república es más barata que una monarquía. Es extraño esperar que los acomodados presidentes serán austeros en un mundo en el que la posesión simboliza todo lo positivo. ¿Y qué mejor que ostentarla ante el resto de Estados? Así, aunque el resto de ciudadanos sobreviviéramos a duras penas, daríamos buena imagen; un poco en la línea de lo que pretenden algunos tiranos africanos o jeques árabes que ya huelen demasiado. Y aún si suponemos que los presidentes serán austeros y mejoramos la república haciendo que el Jefe de Estado sea elegible de manera directa ¿se ha de dar por hecho también que los gastos derivados de las campañas electorales serán nimios?.

- Bastantes más motivos escritos aquí y otros tantos que no materialicé porque requieren un razonamiento significativamente más largo. Si bien quizás no todos sean aplicables por el mayor simbolismo que poder efectivo del "Presidente de la República" (concretando con la española, que era parlamentaria) el método de elección era aún más indirecto (le nombraban los diputados). Esto podía ocasionar las preferencias del representante por un partido u otro, con lo cual ya no encarnaba a todo el pueblo - cosa imposible - sino a los diputados que le habían escogido y, a lo sumo, a los pocos votantes que habrían optado por él aún pudiendo elegir.


¿Realmente nos puede representar de manera mímimamente fiel alguien que no sea cada uno de nosotros? ¿Necesariamente la política y el proceder de cada sociedad han de continuar siendo algo restringido para unos pocos? ¿Es razonable que un voto otorgue a la minoría elegida la legitimidad para actuar como desee hasta nueva orden? El lector que responda negativamente, puede dejar de leer. Los restantes, también, pero nunca viene mal conocer otros puntos de vista.

Podemos elegir ser republicanos - optando por el que parece ser el mal menor - o ir más allá y acabar directamente con la raiz de lo que servidor considera un problema: la política convertida en mera delegación de poder. Considero preferible que podamos decantarnos libremente en todo aquello que afecta a nuestra vida. O lo que es lo mismo: enfatizar en que la cosa (res) sea realmente pública, no reprivada. Y ahí es donde entra el asamblearismo.

Las ventajas del asamblearismo frente a la democracia representativa parten de que, en esta, los ciudadanos únicamente pueden elegir periódicamente quién les va a gobernar, mientras que en la democracia directa todos son participantes activos de la política.

Las decisiones irían dirigidas a asuntos realmente importantes y que afectan directamente a la totalidad de la población. Así se contaría con muchísimas más cabezas que en la oligarquía elegida, que pensarían y tendrían una perspectiva amplísima a la hora de encontrar la mejor solución. Sería algo parecido a las manadas de herbívoros: cuanto más ojos, más fácil es detectar al depredador y escapar o, en nuestro caso, hacerle cara.

Otra ventaja que aprecio es la difusión y posterior desaparación de las ideologías al uso, entendidas como conjuntos de preceptos, principios y valoraciones morales presentes en cada persona. El encasillamiento en estos sistemas automáticamente provoca el enfrentamiento con otros, a veces de manera violenta.

Si las ideologías siguen perpetuándose es porque, para ser realmente influyentes en las decisiones de su comunidad (al nivel que sea), las personas necesitan agruparse en partidos políticos y anular su sentido crítico para aceptar la práctica totalidad de la ideología de la agrupación. En caso de no estar de acuerdo en algún aspecto, las únicas opciónes son:

a) Conformarse con la parte en la que sí, con lo cual se renuncia a una parte del ideario de la persona para favorecer a la ideología del partido.

b) Crear su propio partido, algo difícil en el bipartidismo y que no hace más que legitimar el sistema: sólo los que puedan permitirselo se verán realmente representados en política.

c) Abstenerse de votar. Lejos de las tergiversaciones que haya podido tener (y esta tal vez sea una más), encuentro cierta relación con Nietzsche y su concepto de "hombre artista": aquel que crea sus propios valores. Su alcance llegaría hasta la anarquía pero, relacionándolo con el tema, ninguno de estos hombres permitiría que sus valores se vieran menospreciados por tener que adaptarse a algún tipo de representación que no sea la propia.

En este sistema la opinión propia está supeditada la ideología de los partidos, luego no podemos hablar de democracia, sino de partitocracia. Únicamente votando cada aspecto por separado y representándose cada cual a sí mismo, podremos hablar de democracia real. Las ideologías ya no tendrán sentido y cada cual elaborará su propio opinión de forma totalmente independiente a lo preexistente. Los enfrentamientos que provoca la ideología se reducirían muchísimo, pues ya no habrá 2 o 3 partidos o unos cuantos movimientos sociales pugnando por el poder o la hegemonía, sino que cada persona coincidirá en X votaciones con otras, en Y con otras tantas, en Z con algunas...es decir, el enfrentamiento sería totalmente arbitrario.

Imagínense a 5 sujetos:

- El sujeto A vota a favor del aborto, la tauromaquia y la eutanasia.
- El sujeto B vota a favor del aborto y la eutanasia, pero en contra de la tauromaquia.
- El sujeto C vota a favor de la eutanasia, pero en contra del aborto y la tauromaquia
- El sujeto D vota a favor del aborto, pero en contra de la eutanasia y la tauromaquia.
- El sujeto E vota a favor de la tauromaquia, pero en contra de la eutanasia y el aborto.

Todo está relacionado, pero las formas de relacionarlo en personas que se forman a sí mismas (o críticas) varían según el individuo y ahí está la gracia del perspectivismo.

- Igual el primer sujeto cree que la vida no tiene ningún valor si no puede tener conciencia de sí misma (sucedería con fetos, animales y personas en coma profundo).
- A lo mejor el sujeto B no considera la vida algo intrínsecamente válido y sólo se basa en la percepción del dolor (como bastantes vegetarianos), por lo que permite acabar con la de los fetos que no tienen un grado de desarrollo suficiente para sentirlo y las personas que lo piden y se les administra de forma indolora. Sin embargo, no permite la tauromaquia, porque es una tortura en toda regla.
- El sujeto C es parecido al A, pero a la inversa: la muerte es permitible si se da permiso para ejecutarla (en el caso de la eutanasia, en enfermos crónicos con plena conciencia).
- Parece ser que el sujeto D apoya el aborto en las primeras etapas, porque cree los fetos no se pueden considerar vida hasta que alcancen un desarrollo cerebral determinado.
- Lo más seguro es que D crea que la vida del hombre es intrínsecamente valiosa (y no se debe quitar) pero la de los animales sí (y además sin reparos). Es una postura parecida a la de algunos cristianos creacionistas actuales.

Las personas que apoyan el aborto bajo determinadas circunstancias bien definidas estarían en su derecho de defender su opinión y darla a conocer. Sin embargo, no tendrían por qué circunscribirse únicamente a esa causa. Así, mientras que en unas cosas se puede coincidir, en otras obviamente no será así. Entonces ¿a qué personas aborrecería más enconadamente alguien del grupo 1: a los antiabortistas (C y E), a los antitaurinos (B,C y D) o al contrario a la eutanasia (D y E)? ¿Al sujeto D? No tiene sentido, porque coincide con ellos en lo del aborto, mientras que con el del C sólo coincide también en la eutanasia. ¿Al sujeto E? Aunque discrepe en otros asuntos, es el único que le apoya con la tauromaquia.

Los aliados en un asunto divergen en otro. En la realidad, sin símbolos ni partidos y con muchísimos más asuntos a tratar ¿quién se encargaría de hacer una absurda gradación de qué vota cada vez cada persona para demostrarle mayor o menor simpatía?

Con la atomización de la política en ideas independientes y decisiones representativas, puede que en los debates se profundizara más. Ya no se diría "El comunismo es bueno" o "El capitalismo es mejor", simplemente porque cada cual tendría su propia opinión sobre propiedad privada, lucha de clases, plusvalía, etc. Así, se evitaría el sectarismo y se analizarían dichos conceptos por separado, favoreciendo hasta cierto punto la paz social.

Se puede objetar que las opiniones van unida a intereses, luego las personas de cierta clase social votarán siempre más o menos siguiendo unos cánones. Esto es cierto y constituye, junto con otras muchas críticas, los reproches que se le pueden hacer al asamblearismo pero que no provienen del sistema partitocrático, sino de algunos tipos de anarquismo (lo trataré otro dia).

En la otra entrada hablé de cortoplacismo para adecuar los resultados a las legislaturas y volver a ganar las elecciones. Con el asamblearismo esto no sería posible, simplemente porque no existirían plazos que cumplir, ni gobiernos a los que echar la culpa de que cierta decisión haya sido mal enfocada o aplicada. El pueblo tomaría toda la responsabilidad de sus acciones y, al ser el que las sufre, aprendería de sus errores (mientras que los políticos que han aprendido de sus errores no suelen salir reelegidos, justo por la existencia de los mismos).

Por citar algunas más:
- La posibilidad de adoptar o revocar decisiones en un sentido u otro en cualquier momento (no limitándonos al día de voto ni a lo que nuestros antepasados dijeron sobre ello). Un buen ejemplo: la Constitución, que tal vez representaba a la sociedad de los 70 (o mejor dicho, a los partidos que la redactaron) pero hoy es posible que no sea así.
- La entrada en escena de asuntos que normalmente no se tratan porque se consideran secundarios o molestos de sacar a debate. Los socialistas no se posicionan respecto al toreo porque no lo consideran un tema prioritario y además, al hacerlo pueden perder votantes. Es un buen ejemplo de cómo la opinión personal queda pisoteada en aras del partido y su victoria electoral.
- Se ahorraría muchísimo dinero prescindiendo de aquellos que actúan por nosotros y se reduciría la corrupción (al contar igual la opinión de cualquier persona, sería mucho más dificil sobornar a un grupo importante de ellas).

La objección a este descenso de la corrupción es que la gente pobre es muchísimo más fácil de comprar que un político (por pura necesidad, es decir, cuando importe más el dinero recibido que la idea que se apoyaría realmente). En primer lugar, debemos limitar esta objeción a las medidas que no le afecten directamente de forma negativa. En segundo, esto se podría solucionar, por ejemplo, reduciendo las desigualdades (la desaparición de la clase política ya es un primer buen paso), primando el valor de las ideas sobre el consumo innecesario, etc.


Algunas críticas y sus respectivas contraargumentaciones respecto a la democracia representativa pueden ser las siguientes:

1. Hay quien puede aducir que es ineficaz que el voto de los expertos en la materia que sea contara igual que el de cualquier otra persona: yo opino que la extensión de la política a la totalidad de la población la reduciría a lo realmente esencial, se acabaría con la burocracia y complejidad innecesaria y planos como el económico volverían a estar al servicio de los seres humanos (y no al revés).

¿Que por qué se reduciría a lo esencial y la complejidad desaparecería? Simplemente porque el común de las personas tienen otras ocupaciones y se elegiría así para facilitar la participación y agilizar los trámites. ¿Sería tan sencillo aún habiendo tantos intereses económicos (financieros sobre todo) interesados en evitarlo? No podemos saberlo, pero en cualquier caso es mucho más sencillo y sigiloso coaccionar a un grupo reducido de políticos que acumulan todo el poder, que a la totalidad de la población. Los medios tampoco podrían amenazar con retirar el apoyo electoral ¿a quién? ¿a los votantes?

2. "Hay peligro de que se adopten medidas contradictorias". Antes de argumentar contra esta crítica, hemos de tener en cuenta la simplificación de la que acabo de hablar, que haría entendible los mecanismos políticos y económicos al común de la población. Fuera de ello, los ciudadanos son los que, a través de sus vivencias en un entorno saben lo este necesita y lo que no. Y estas decisiones serían bastante más consensuadas, por la antes mencionada desaparición de las ideologías y los prejuicios cognitivos que acarrean.

En cualquier caso, se debe enfatizar que las personas pueden aprender más rápido que los políticos, porque entre todas tienen mayor visión de la situación (en contraposición a cifras y estadísticas). Se puede criticar que esta visión es a nivel local (no nos podemos fiar de los medios, cuyos dueños seguirán teniendo intereses en tergiversar la realidad), con lo cual coincido y es un buen motivo para la adopción de formas de Estado con cada vez mayor autonomía, hasta la fragmentación de este en pequeñas comunidades (en próximas entradas de La Contra).

3. "Adoptar la democracia directa sería similar a estar continuamente votando, además de que los trámites serían muy lentos". Esto no tendría que ser así si se simplifican los asuntos a tratar y los procedimientos de entrada en vigor. Incluso podríamos añadir el decidir exclusivamente sobre las parcelas territoriales en las que el asunto va a afectar, retomando el ideal de las pequeñas comunidades (aunque no sean comunidades al uso, sino circunscripciones).

En cualquier caso, la abstención en asuntos que la persona no considere de interés seguiría siendo perfectamente válida. Por otra parte, el uso de internet facilitaría el poder votar en cualquier lugar y momento, así como enterarse de qué es lo que se propone decidir; incluso utilizando filtros adecuados a lo que interesa al individuo, etc. El Partido de Internet, por ejemplo, permite que sus votantes marquen como predeterminado el votar acorde a un partido, pero siempre con la posibilidad de discrepar en cuestiones que diferencian sus ideas con la ideología de la organización; bien mirado no deja de ser una bonita muestra de la desvinculación del individuo al Estado moderno, sobredimensionado y dispuesto a entrometerse hasta en el último aspecto de su vida.


Por último, me gustaría destacar que, aunque la democracia directa es un futuro deseable, no debemos estancarnos en ella como está sucediendo actualmente con la representativa. Tiene bastantes fallos (que trataré próximamente) y siempre hemos de buscar la forma de seguir superándonos porque, si no, es fácil acomodarse y que el sistema comience a degenerar. Hemos de tener siempre unas aspiraciones elevadas que nos permitan seguir caminando, y no sobrevivir exclusivamente a base de solucionar efemérides y hacer correciones superficiales.

En cualquier caso, si algún hipotético republicano me ha leído hasta aquí, sólo me queda decirle que el sábado a las 18:30 hay una manifestación reivindicando la tercera de Cibeles a Sol.