miércoles, 5 de mayo de 2010

Acerca de mi libertad creativa para hacer las cosas mal

Parece que cada vez que escribo inauguro una nueva sección. En esta ocasión, se trata de tiras (no-cómicas) sobre gusanos antropomorfos - o más bien hombres con forma de gusanos - que discuten sobre la realidad de forma bastante sosa. Procuraré que todas las tiras tengan un mínimo transfondo filosófico o traten un tema social (lo cual apenas reduce las posibilidades). Sin más, aquí va Estudio sobre el cinismo en anélidos.














































Respecto al velo. Reitero algo que creo que está claro: lo ideal sería que cada cual se creara a lo largo de sus vivencias su propia personalidad y creencias sin verse obligado a seguir una cultura, que al fin y al cabo es algo externo y colectivo. Creo que es bastante absurdo que estas construcciones arbitrarias vayan por encima de la libre elección del individuo a ser como quiera.

También sería ideal que no le dieramos tanta importancia a lo que hacen los otros si no afecta negativamente a nadie. Y el velo, no afecta negativamente a nadie: es un simple pañuelo al que, en general, se le tiene fobia por las connotaciones culturales a las que se asocia. Cabría preguntarse: el que una mujer lleve o deje de llevar velo ¿me daña en algún sentido?

El argumento de que se muestra una religión y puede ofender a los que no comulguen con ella es bastante rebuscado. En algunos casos, esas religiones son adoptadas como parte de la personalidad de alguien, lo mismo que sucede con cualquier otra forma de pensar. ¿Qué derecho tenemos nosotros para inmiscuirnos en eso? Bueno, lamentablemente el derecho lo proporciona el poder, así que reformulo la pregunta: ¿qué sentido tiene? ¿dónde estaría el límite? Hay que tener en cuenta que estamos desprendiendo todo el rato "muestras" de nuestra personalidad, ya sea de forma emotiva o por nuestro aspecto. Puestos a prohibir el velo que prohiban también manifestar cualquier otra opinión.

Otras críticas hablan del supuesto adoctrinamiento y manipulación que sufren las mujeres. Yo no soy tan tajante, sino más relativista: ¿es mejor ponerse implantes de silicona que un pañuelo? ¿por qué son los equivocados ellos y no nosotros? Y no únicamente en ese tema, sino en cualquier otro. Nos guste o no, somos productos de nuestro entorno y siempre tendremos problemas a la hora de empatizar con personas que han crecido en circunstancias muy diferentes.

Se habla de obligatoriedad por la presión social, pero aquí aún hay monjas de clausura y gente que no copula por una idea abstracta y nadie duda de que es por libre albeldrío (siempre entrecomillado porque todos estamos influenciados por pensamientos ya existentes, sea para aceptarlos o para rechazarlos). Además, en Occidente no podemos jactarnos de libertad de elección, pues sigue habiendo muchísimos aspectos de nuestras vidas controlados por otros. Tenemos el mismo problema, pero el nuestro es mucho más sutil; al fin y al cabo, los aspectos de nuestras vidas en los que el aparato económico, legislativo, político y judicial tiene mayor indulgencia (orientación sexual, ocio, aspecto...) son los que no atentan contra la estabilidad del Sistema.

En cualquier caso, si consideramos que una acción está perjudicando a la persona que la lleva a cabo, podemos intentar hacérselo ver (pensamiento, forma de vida, opiniones...) - siempre que realmente vayamos a ayudar a la persona y no a convertirla en un medio para nuestros intereses particulares - pero nunca obligarle a abandonarla (a no ser que se esté dañando a terceros). Todo este razonamiento se basa en la humildad y en el dejar espacio para la duda, puesto que probablemente los equivocados seamos nosotros y estemos tratando de imponer nuestro error (o ambos posturas sean válidas).


Como conclusiones:

a) La libertad del individuo debería ir por encima de convencionalismos.

b) El velo es eso: un pañuelo. Se pueden considerar o no intrínsecas sus connotaciones culturales y religiosas, pero no discriminarlo de modo arbitrario.

c) Es hipócrita hablar de obligatoriedad cuando hoy en día se legisla hasta cómo debemos ir al baño (aspectos que no perjudican a nadie).

d) Se puede intentar hacer consciente a alguien de su opresión, pero el abandonarla o no tendría que ser decisión del afectado.


Respecto a la tauromaquia. Es un tema que ya he tratado bastante, englobado dentro del especismo. Es increíble que aún sigamos discriminando por el nivel intelectual, por la especie o por el alma (concepto totalmente metafísico que, por ello, es aún más rechazable si intenta imponerse y condicionar la existencia de cualquier individuo).

La primera discriminación (intelectual) justificaría la cosificación de aquellas personas menos dotadas en ese sentido. La segunda (especie/dotación genética) permitirá que, cuando se imponga el transhumanismo, los mediocres (no modificados) seamos considerados y tratados como posesiones. De todas formas, cualquier cosa que yo diga se quedará corta en comparación con la Charla sobre la discriminación especista y sus implicaciones en la práctica que tendrá lugar a las 19:00 del sábado en el MIM.

Nota: Esta entrada tuvo que ser reescrita entera. Antes de publicar, asegúrense de tenerla copiada en otro lugar.