jueves, 29 de octubre de 2009

El Sistema (V): La cultura del consumo

NOTA: Esta entrada parte del supuesto de que has leído la precedente: El Sistema (IV): La subcontratación. Si no es así, el texto que viene a continuación puede que resulte demasiado incoherente, incluso para esta página.

En la entrada anterior de esta serie concluí con que, la causa de la explotación de los trabajadores en el tercer mundo es "la cultura del consumo". Corro el riesgo de haber sido demasiado categórico, sin embargo, sigo defendiendo lo que escribí.

Por Cultura del Consumo entiendo la actitud del que considera que el tener más posesiones es el fin último de su vida, pero también los mecanismos desarrollados por las instituciones para inculcar estos valores al conjunto de la sociedad. Es decir, el valor de algo se reduce únicamente a su valor en el mercado.

Ya comenté en El Sistema (II): La publicidad los mecanismos que existen para crear deseos (no naturales y no necesarios, que diría Epicuro) en las personas. Independientemente de lo vacía, insatisfactoria y corta de miras que (nos) pueda parecer esta filosofía de vida, hay una serie de motivos que, además, la hacen reprobable moralmente por el hecho de vivir en sociedad. Pero antes, echemos un vistazo a las, a grandes rasgos (no es mi intención utilizar la falacia del hombre de paja), cuatro maneras de enfocar el crecimiento económico:

1.
Estimando prioritario frenarlo totalmente para evitar que los problemas ecológicos aumenten: pérdida de la biodiversidad, calentamiento global, contaminación, etc. Sin embargo, este modelo de Crecimiento 0 no es aplicable en los países pobres donde, si bien un hipotético reparto equitativo de la riqueza ayudaría, no sería suficiente porque la gran mayoría de las personas no podrían acceder a unos niveles básicos de consumo (según qué paises, se necesitarían varios planetas Tierra para mantener a la totalidad de la población con un consumo medio equiparable).

2. Basándolo en un desarrollo cualitativo: perfeccionar la tecnología para hacerla más eficiente y menos contaminante. Si a esto le añadimos las leyes de Daly, a saber:
  • Utilizar los recursos renovables a una velocidad igual o inferior a la velocidad de regeneración (en el caso de las energías infinitas a escala humana - solar, eólica, maremotriz...no hay limitación).
  • Explotar los recursos no renovables a una velocidad similar a la tasa de sustitución por otras alternativas renovables.
  • Emitir contaminantes más lentamente que la capacidad de depuración del medio.
Obtenemos, más o menos, los pilares del Desarrollo Sostenible, un modelo muy coherente y con gancho. Tanto que los políticos se lo han apropiado y lo utilizan a la menor ocasión (aunque sea mentira) para parecer comprometidos con el futuro del planeta.

3. Eliminándolo e invirtiéndolo. Si consideramos que en occidente padecemos de sobreconsumo y en las antiguas colonias de subconsumo (el 20% de la población posee el 80% de los recursos), lo más lógico para lograr un mundo más igualitario es reducir voluntariamente nuestros gastos para que los otros puedan cubrir sus necesidades correctamente. Gracias a este Decrecimiento, el medio ambiente no se vería tan perjudicado por nuestras acciones.

En mi opinión (que no viene al caso, pero da igual), el Decrecimiento aventaja a las dos modelos anteriores porque plantea soluciones a sus puntos débiles:

-En el caso del Crecimiento 0, postula que en los países pobres sí que es necesario un cierto nivel de crecimiento y desarrollo hasta que se llegue a un nivel de vida aceptable. Además de que hoy por hoy es insostenible y utópico pensar que, si se llegaran a generalizar, el planeta aguantaría multitud de economías hiperdesarrolladas por mucho tiempo.

-Respecto al Desarrollo Sostenible, si bien es cierto que el incremento de la eficiencia tecnológica es algo positivo, normalmente este no sirve de nada si abarata los costes en el mercado y su utilización se multiplica. Es lo que se denomina efecto rebote. El Decrecimiento evita este problema haciendo más hincapié en el descenso voluntario del consumo y en el precio real de lo contaminante que en los avances tecnológicos. Para más información, pásense por aquí o vean:

4. Considerando que los recursos naturales del planeta permitirán al ser humano crecer ilimitadamente en cuanto a riquezas materiales se refiere. Este sistema apuesta por la liberalización del mercado y el aumento de las rentas. En principio, todo eso estaría muy bien si los recursos de la Tierra fueran infinitos y su producción, consumo y retirada no acarrearan consecuencias medioambientales negativas. Sin embargo, esto no es así. ¿Solución? Limitar la riqueza a unos privilegiados durante las pocas generaciones que el planeta aguante.


Desafortunadamente, este último el punto de vista al que parece apoyar la situación actual. Podemos enfocar la crítica al modelo de crecimiento ilimitado desde varias enfoques:

-Enfoque ecológico a nivel planetario (Insostenible). Es imposible pretender crecer ilimitadamente en un sistema finito como es nuestro planeta y más si no respetamos los ciclos de la materia (del Carbono, del Nitrógeno) propios de los ecosistemas. Es decir: todo aquel proceso que implique utilización de materia y tenga forma lineal no se puede clasificar de sostenible.

La energía es diferente, pues se degrada de formas más aprovechables a menos (calor). Sin embargo, en el caso de nuestro planeta poseemos una fuente prácticamente ilimitada desde el punto de vista antropocéntrico: el Sol, el cual permite a los organismos autótrofos fotosintéticos convertir la materia inorgánica en orgánica. Todo esto es tan bello y coherente que en varias entradas posteriores haré una aproximación.

El primer problema (reciclado de materia) se podría solucionar estableciendo un sistema realmente eficaz de reciclaje. Sin embargo, como cada vez se consume en mayor cantidad y más rápido, requerimos extraer un número superior de recursos (y energía) en cada vez menos tiempo; un proceso inviable a (no tan) largo plazo. Si a esto le añadimos la contaminación derivada del tratamiento, el transporte de las materias primas y la ingente cantidad de residuos imperecederos que fabricamos...la situación podría estar a punto de volverse irreversible e ir cada vez a peor (al respecto recomiendo La venganza de la Tierra, de James Lovelock).

Las principales críticas hacia las energías renovables residen en que proporcionan energía de baja intensidad y su dificil aplicación en algunos puntos del planeta:

- Lo de baja intensidad realmente solo es aplicable a hoy día y al despilfarro que llevamos a cabo, además de que en un futuro se podría aumentar paulatinamente su eficiencia como ha sucedido con los combustibles fósiles. Hablo de investigación tecnológica.

-La aplicabilidad es un punto complicado, pero en cualquier caso no tenemos alternativa. Puede que sea difícil (que no imposible) encontrar el modo de suministrar energía a ciertas zonas pero ¿es eso peor que depender de los combustibles fósiles, que se acabarán en breves y envenenan y calientan la atmósfera?

El problema de la energía está en que se apostó por la inadecuada y ahora sobran intereses por los que no dejarla y faltan ganas de cambiar. Todo esto puede parecer muy abstracto y general, pero todos sabemos lo que lleva detrás: pérdida de biodiversidad, cambio climático, desaparición de la capa de ozono, etc. realidades que, se tenga aprecio a la naturaleza o no, nos afectan a todos porque somos parte de ella.

-Enfoque humanista a nivel inter/intra-estatal (Insolidario). Relacionándolo con el punto anterior, el simple hecho de que una minoría de la población acapare la mayor parte de los recursos y energía explica esta etiqueta. El crecimiento ilimitado establece una competencia por los bienes del planeta y, como este tiene unos límites, se justifica y hace necesario que los pobres sean cada vez más pobres para que los ricos puedan ser más ricos (El Sistema (III): El necolonialismo).

Y no solo se reduce la capacidad adquisitiva de esa gran mayoría, sino que también es beneficioso ir privándoles de derechos (El Sistema (IV): La subcontratación). Esto sucede tanto en el mundo hiperdesarrollado como en el subdesarrollado, solo que en el primero tenemos la posibilidad de protestar y quejarnos (aunque muchas veces sirva de poco) mientras que en el otro no está tan clara.

Por último, el consumo superfluo divide el planeta en varios roles. Yo lo veo así:
(A) Una mayoría sin derechos y cada vez más pobre, a la que solo le queda ser explotada para cubrir las demandas de B y C e intentar sobrevivir.
(B) Una minoría que paulatinamente va pasando más dificultades económicas, con algunos derechos y la necesidad de trabajar para consumir lo que produce A (y ella misma) y sustentar a C.
(C) Una pequeña parte cada vez más rica dentro de la propia minoría, que consume lo que A y B producen, dirige la economía y evita que la situación que les beneficia varíe.

-Enfoque teleológico a nivel ético (Incoherente).
En vistas de lo anterior: ¿es realmente moral que no solo no se satisfagan las necesidades de una mayoría, sino que se creen otras superfluas? Al parecer, el fin del crecimiento ilimitado y sus mecanismos (publicidad, modas, tecnología innecesaria...) es satisfacer temporalmente una serie de deseos prefabricados, a cambio de que las personas lleven vidas llenas de trabajo y, en algunos casos, de explotación. ¿Merece la pena esta alineación insostenible e insolidaria? ¿Qué cantidad de nuestras vidas realmente nos pertenece? ¿En qué grado cuidan los Estados a aquellos que se niegan a consumir? Dejo los interrogantes abiertos, junto con este fragmento.


He procurado aportar mi opinión sobre el consumismo y el modelo de crecimiento actual de forma más o menos razonada y ordenada. Sin embargo, no puedo resistirme a enlazar al blog de alterglobalización
y, en especial, a su entrada amenazas: una crítica muy elegante e interesante (además de afín) relacionada con lo que acabais de leer.

En la próxima entrada hablaré de los medios de comunicación: el principal soporte para hacernos creer que somos consumidores y luego personas y no al revés.

1 comentario:

  1. Buen análisis y... ¡Gracias por la cita!. Un abrazo.
    Javier - alterglobalizacion

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