domingo, 9 de agosto de 2009

El Sistema (II): La publicidad

NOTA: Esta entrada parte del supuesto de que has leído la precedente: El Sistema (I): Lo básico. Si no es así, el texto que viene a continuación puede que resulte demasiado incoherente, incluso para esta página.

Teniendo en cuenta la ya explicada Ley de la oferta y la demanda, podemos aventurarnos a afirmar que, en los objetos de uso cotidiano y desechable (alimentación, higiene, etc.), la demanda nunca tendrá por qué decaer: todos necesitamos comer día tras día y comprar papel higiénico si se acaba. La cuestión comienza a complicarse cuando uno se pregunta qué sucede con la demanda de objetos no tan imprescindibles o al menos con una vida útil mucho más larga para el uso que realizan (celulares, automóviles, vestimenta). En teoría, cuando cada ciudadano tenga su coche o su teléfono móvil, la demanda debería caer en picado y dejar de ser rentable excepto cuando se tratara de reparaciones o porque el objeto en concreto no da para más. Esto no es así. ¿Por qué? Porque no interesa. Analicemos la situación:

Si la demanda de los producto se tornara ínfima o incluso desapareciese al final de este proceso, las empresas deberían estar obligadas a cambiar continuamente los productos de los que se encargaran y, además, habría una competencia increíblemente feroz en aquellos sectores que se encontraran temporalmente en auge. En su lugar, hay una tendencia a servirse de los avances tecnológicos o las modas del momento para vender como nuevo y totalmente necesario lo que realmente es una inútil reedicción del producto antiguo con cuatro actualizaciones superfluas. ¿Cómo se consigue hacer creer a la gente que necesitan un teléfono móvil con MSN Messenger? La respuesta está en la publicidad.

En sí, la publicidad no tiene por qué ser negativa: difícilmente de otra forma las empresas podrían dar a conocer sus productos de forma eficiente al gran público, ahora que el concepto de marca está muy arraigado en nuestra sociedad. Sin embargo, en mi opinión, la publicidad tiene varias características que conforman su parte oscura lejos de sus ingeniosos chistes o las caras sonrientes recomendando productos:

  • No hay por qué engañarse: los empresarios siempre van a intentar vendernos la mayor cantidad posible de productos con tal de ganar dinero que a su vez ellos utilizarán en comprar productos mucho más lujosos a otros; en eso se basa la sociedad de consumo.
Para que compremos algo, debemos conocerlo y desearlo. Darnos a conocer lo que se vende no es muy difícil para las empresas ya consolidadas: no es casualidad que, en cualquier lado, estemos rodeados de anuncios (los medios de comunicación, los edificios, el correo...). Crear en la población el deseo de adquisición es lo que se denomina marketing. Es cierto que muchas veces esto no pasa de convencernos de lo útil o beneficiosa que va a ser la compra. Sin embargo, el problema comienza cuando lo principal de lo que se vende no es el producto en sí ni el precio, sino que prima la promoción con el objetivo de llegar cada vez a más gente. Este proceso conlleva que el precio real del producto se infle en función de lo conocida que es la marca que la fabrica; ignorándose la calidad (pues al fin y al cabo, si se rompe antes, tendremos que comprar otro antes) y el sobreprecio.
  • En segundo lugar y relacionado con lo anterior, podemos deducir que los productos de marca solo por el hecho de serlo verán aumentado su precio puesto que necesitan emplear sus ganancias continuamente en diseñar nueva publicidad para no caer frente a otras empresas, mientras que las denominadas "marcas blancas" intentarán hacerse un sitio en el mercado a base de precios bastante más bajos. Lo cual quiere decir que, generalmente un artículo de marca valdrá más en el mercado que uno que no lo sea.
  • También es bastante común que se nos intente vender el estilo de vida, interés o gusto representado por la marca en vez del producto en sí. O lo que es lo mismo...pon a alguien atractivo en el anuncio y venderás más (véase Axe) o haz que tu marca sea sinónimo de deporte y estarás en cada pie (Nike). Además, se está dando una peligrosa fusión entre publicidad y cultura e, incluso, entre publicidad y enseñanza.
  • Por último, está el hecho de que, como la industria de la publicidad mueve mucho dinero, los principales medios y la posición oficial respecto a ella va a ser de apoyo, aún cometiendo injusticias impresionantes en el Tercer Mundo y chocando esta con derechos fundamentales como la libertad de expresión.
Aunque todo esto será explicado más tarde en relación con el libro No Logo de Naomi Klein (que da multitud de datos que confirman lo que algunos ya sospechábamos), pienso que es especialmente interesante dedicar la próxima parte de la serie El Sistema al Neocolonialismo, en relación con el último de los anteriores puntos. El resto será tratado en una entrada aparte.

Y ahora os dejo con un video bastante simple (no más que mi forma de resumir temas sobre los que se han escrito tesis enteras) pero muy didáctico sobre este tema:

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