viernes, 1 de enero de 2010

Navidades dulces...¿o edulcoradas?


La vida vista a través de la tele es maravillosa o da pena según quien la mire. Solo hay que observar la programación navideña: galas con famosos, gente premiada por el Gordo en las noticias y un sinfín de anuncios con cascabeles como fondo musical. Para unos, lo anterior constituye algo normal que anuncia que nos encontramos en las fechas más entrañables del año. Esto se traduce en un sinfín de experiencias para los sentidos: banquetes elegantes con la familia, gorritos que se asemejan a cabezas de renos, montar el Belén, cesta de la empresa con productos típicos, luces decorativas en las avenidas céntricas y la llegada de los Reyes Magos y Papá Noel que ilusiona a los más pequeños.

Sin embargo, otros diferimos en la perspectiva. Y nos da miedo ver lo mucho que se parecen la televisión y la realidad en algunas ocasiones.

Así, las comilonas son tan sólo millones de asesinatos de animales que vienen perfectos a la industria cárnica y los gorritos, otra forma de merchandising casposo que busca el beneficio a través del consumo innecesario. Sin ser cristianos, nos parece triste que un mensaje antiquísimo de solidaridad haya sido reducido asépticamente a colocar unas cuantas figuritas. La cesta de la empresa son chucherías para que quede de desagradecido que luego intentes defender tus derechos. La llegada de los Reyes Magos, además de no existir como tal, se trata de una triste estrategia comercial para iniciar a los niños en la espiral consumista...Papá Noel es lo mismo pero fruto del imperialismo yankee y con la ventaja de que puede duplicar las compras. Al menos, las luces no gastan energía extra (porque ya se encargan de dejar nuestros barrios en penumbra).

Los principales hombres gordos que ríen en estas fechas no visten de rojo. No conducen trineos, sino coches de lujo. Sus casas no están en el Polo Norte; prefieren los chalets residenciales protegidos por seguridad privada. Y en lugar de los alegres duendecillos, la mano de obra la ponen los trabajadores explotados en el sureste asiático. Aún así, logran colarse año tras año en nuestras hogares y enriquecerse cada vez más gracias a ello. Por eso ríen.

Supongo que los hechos objetivos no pueden evitar ser el blanco de diversas interpretaciones, tal vez una por cada uno de nosotros en según que temas. En mi caso, intento engañarme y pensar que este año las cosas empezarán a cambiar a mejor. Que vamos a comenzar a pensar por nosotros mismos y a darnos cuenta de que tenemos más semejanzas que diferencias. Y que procuraremos mantenernos unidos para intentar seguir nuestro propio rumbo; abandonar un sistema podrido en el que la libertad está presa y solo hay una llave: el dinero.

A veces es imposible no caer en el pesimismo. Ojalá me equivoque cuando pienso que un paso hacia delante es imposible, que ya está todo tan atado y nosotros tan adormecidos que la mera idea de un mundo mejor es una utopía sin fundamento.

En parte por ello, le pido a las pocas personas que estén leyendo esto que me hagan algunos favores:
  • Intentad pensar por vosotros mismos: elaborad una conciencia propia basándoos en cómo os gustaría que fuera el mundo sin condicionaros demasiado por todo aquello que mantiene estático la desastrosa situación actual. Con una visión y objetivos bien definidos, los medios suelen aparecer por sí solos como producto de una continua reflexión y revisión de ideas.
  • Haced uso de la cultura, teniendo en cuenta que, con ella, podreis hacer de la razón vuestra fuerza (mientras que la fuerza de las injusticias y la opresión nunca podrá tornarse razonable).
  • Toda opinión argumentada al milímetro e indiscutible es verdadera, pero ese tipo de certezas no existen en la mayoría de los casos. Por ello, es importante aprender de otras, siempre con una mentalidad crítica y de posible mejora.
  • Sobre todo, no os abatais si veis que las cosas cambian muy lentamente. Las acciones cotidianas y el activismo son sólo la parte visible (e indispensable) de las muchísimas conciencias intranquilas e imaginarios bulliendo de actividad. En mi humilde opinión, las próximas revoluciones y cambios importantes partirán de ahí.
Hablando de revoluciones y cambios sociales no puedo omitir al movimiento altermundista, que aúna a todos los colectivos, organizaciones y movimientos que opinan que Otro mundo (mejor) es posible pero difieren en el enfoque (aunque la amplia mayoría con métodos no-violentos). Si estais interesados, os propongo pasaros por el Foro Social Mundial que se organizará del 28 al 31 de este mes en la capital, como viene dándose desde el 2007 con el inicio de las ediciones descentralizadas.



Como es nuevo año, me puedo permitir el lujo de mandar todo mi apoyo a los que tienen el sueño sincero de globalizar los valores en lugar del dinero. Mi respeto para los que tienen criterios de acción diferentes. Mis deseo de cultura para los que no ven las grietas de este Sistema. Y por último, mi más sincera repulsa a aquellos que mueven los hilos de esta perversa distopía, donde tener empatía por el dolor ajeno se torna algo negativo y molesto para las ansias de poder de unos pocos.

No se trata sólo de deseos. Yo seguiré intentando hacer todo lo posible para mejorar las cosas. Espero no quedarme solo.

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