sábado, 27 de febrero de 2010

De "socialistas" y otras mentiras

Es bastante triste pensar que muchas de las medidas que toma la clase política y los objetivos en los que se basan son parches con los que, además, no se tiene muy claro por qué es deseable conseguir lo que se pretende. No me gusta hacer afirmaciones a la ligera sin justificarme, y no se me ocurre mejor ejemplo que el gabinete socialista que conforma el ejecutivo. No voy a basarme en argumentos sobre la ruptura de la unidad nacional, su relación con la crisis o cotilleos como sus rezos junto a Obama (si me opongo, al menos que sea de forma real y razonada).

Aunque a uno no le gusten los medios de difusión convencionales, es imposible no irse enterando de lo que hace y deshace el gobierno de tu país (proximamente incluiré una reflexión que puede explicar por qué me baso parcialmente en ellos a la hora de alabar o criticar). Y aunque la mayoría de lo que se dice sea mentira o verdades a medias, un análisis crítico y que no se quede en la superficie permite sacar conclusiones propias. Yo he llegado a la mía: son unos hipócritas.

¿Que por qué? Porque se intenta adaptar erróneamente los postulados típicos de los movimientos sociales al bipartidismo dependiente de empresas y del poder económico. El resultado no agrada a nadie y descalifica a las verdaderas propuestas activistas:

- El feminismo ha sido ridiculizado con la paridad obligatoria en las listas electorales y en la Administración. En lugar de confiar por igual en las capacidades de hombres y mujeres, parece que las de estas últimas son menospreciadas y por ello se hace necesario un porcentaje obligatorio que las compense.

- La Alianza de Civilizaciones ha demostrado ser una de tantas palabras vacías. El partido que antes criticaba desde la oposición el genocidio irakí ahora se contradice matando en Afganistán (aunque se lo retrate como una misión humanitaria). Su aparente pacifismo no era más que pragmatismo electoral.

- Se prometió no recortar derechos sociales aún pudiendo ser útiles (para continuar el absurdo crecimiento continuo) y justificables (bajo el prisma de la emergencia en tales circunstancias). Su pose socialdemócrata ha quedado demostrada tras su propuesta de retrasar la edad de jubilación: una reforma temporal que pretende aplazar la estafa de Madoff en vez de cambiar de sistema.

- "La tierra no pertenece a nadie, salvo al viento" afirmó Zapatero el diciembre pasado, convirtiéndose en un indio trajeado durante esos segundos. Los internacionalistas no sabemos qué pensar de algo tan ambiguo: ¿permitirá el libre paso de personas al igual que sucede con mercancias y capitales? ¿destruirá las fronteras? ¿abolirá el Estado o la propiedad privada? (ironía)...¿O simplemente era palabrería para quedar hippie? (realidad).

- Al igual que Barack, al parecer ahora son relativamentes críticos con los mercados financieros tras salvar a los bancos de su derrumbe con dinero público. Cerciorarse de los fallos (ajenos y propios) está muy bien pero, ¿no habría sido mejor escuchar y actuar antes? O mejor dicho: en una hipotético nuevo coletazo de la crisis...¿qué nos asegura que el que venga después no volverá a hacer lo mismo? La crítica no se ha transformado aún (ni probablemente lo hará) en palabras.

- Finalmente (por ahora), el toque ecologista viene de la mano de la ley de economía sostenible. Demuestran estar tan puestos en materia medioambiental que aún creen que conceptos como "aumento de la competitividad" o "crecimiento" casan con "sostenibilidad". Una apuesta modesta por las renovables, la revitalización de las infraestructuras asociadas al transporte (conservando un modelo descentralizado y contaminante de ciudad) y los cuestionados bonos de carbono son medidas insuficientes, cuando no incongruentes con lo que se pretende lograr.

Solo queda preguntarse: ¿En qué creemos? ¿Qué estamos consiguiendo?

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